Sí, de pequeños y múltiples fragmentos estuvo formado el programa del pasado miércoles en Bellver, con un violinista búlgaro, Vasko Vassilev, un pianista mallorquín, Miquel Estelrich, así como otros artistas que convirtieron la propuesta en algo muy diferente a un recital de violín y piano. Nada más empezar la sesión, Vassilev, concertino en la Royal Opera House de Londres, ya demostró sus credenciales al interpretar la Chacona para violín solo de Bach. Gran sonido, técnica impecable, virtuosismo excepcional, pero con una visión demasiado romántica de la partitura. El solista no esconde su estilo, que es impetuosos, poco barroco. Coherente, pero nada historicista.
Todo el concierto se desarrolló bajo este prisma de un concepto de la música que no es precisamente el propio de la música de cámara. De hecho, buena parte del recital estuvo formado por adaptaciones de partituras escritas inicialmente para el piano solo o para la orquesta como un Nocturno de Chopin, el Claro de luna de Debussy o la Fantasía sobre motivos de la ópera "Carmen" de Sarasate. Demasiadas versiones y demasiadas píldoras para un recial. Los asistentes quedamos con las ganas de escuchar ese mismo intérprete en un recital de sonatas para violín y piano o como solista en un concierto de Paganini (por ejemplo).
El acompañamiento de Miquel Estelrich fue, en todo momento eficiente, destacando su aportación en solitario en un Preludio y un Vals de Chopin.
Cuestión aparte fue la inclusión de una pareja de ballet en algunos momentos del recital. Totalmente innecesaria esa aportación. Con un escenario como el de Bellver, no pensado para la danza, poco podían demostrar los bailarines, venidos del Royal Ballet.
Citemos que en un momento puntual también acompañaron al solista José Antonio Domené (arpa) y Emmanuel Bleuse (violoncello).
Vasko Vassilev, violí. Miquel Estelrich, piano. Nehemiah Kish y Yuhui Choe, bailarines. Obras de Bach, Chopin, Kreisler, Debussy, Villa-Lobos, Saint-Saëns y Sarasate. Castell de Bellver 17-07-19.
***
