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Con ciencia

Los cráneos de Apidima

Los cráneos de Apidima

La historia de la paleoantropología está plagada de hallazgos fósiles que, al decir de sus autores, cambian por completo el panorama de la evolución humana. Ha sido así en la práctica totalidad de los descubrimientos de cierta altura y si, en algunos casos —Homo habilis, Homo ergaster, Homo georgicus, Homo floresiensis, por ejemplo— se ha producido esa puesta de patas arriba de los modelos existentes en la época del nuevo hallazgo, en otras ocasiones (la mayoría) el terremoto se queda en nada.

El último episodio por ahora que, al decir de un diario de mucha difusión en España, “amenaza con cambiar la historia de nuestra especie” no se refiere a ningún fósil recién descubierto sino a la reinterpretación que han hecho Katerina Harvati, investigadora del Senckenberg Centre for Human Evolution and Palaeoenvironment en la Eberhard Karls University de Tübingen (Alemania), y sus colaboradores de dos cráneos descubiertos en la cueva de Apidima (Grecia) hace casi medio siglo. Su carácter incompleto, la distorsión que sufrieron al fosilizarse, su edad dudosa y la falta de contexto arqueológico llevaron en su momento a tenerlos como ejemplares de dudosa adscripción. Un primer análisis en detalle hecho en 2010 por Katerina Harvati, Chris Stringer y Panagiotis Karkanas —firmantes los tres del trabajo de estos días— sacó pocas conclusiones salvo sugerir que su edad, apreciada en un abanico que va desde los 400.000 a los 100.000 años, podría estar cerca de las fechas más recientes, y que su semejanza mayor era con los neandertales. Pero ahora Harvati y sus colaboradores plantean en la revista Nature que, tras una reconstrucción virtual y un análisis radiométrico de las series de uranio los dos cráneos, resulta que pertenecen a épocas y especies diferentes. El más antiguo tendría cerca de 210.000 años y sería de un humano moderno mientras que el más reciente, de unos 170.000 años, correspondería a un neandertal.

De confirmarse esas conclusiones es cierto que nuestra interpretación actual de la evolución de nuestra especie sufriría un vuelco. Habría entrado en Europa cosa de 150.000 años antes de lo que se supone. Pero los especialistas que se han manifestado sobre el nuevo análisis de los cráneos de Apidima se muestran muy escépticos respecto de las afirmaciones recientes de Harvati y colaboradores. Las evidencias acerca del carácter de humano moderno de Apidima 1 son muy débiles y la certeza acerca de una edad precisa es inexistente. Con lo que todo apunta a que estamos como estábamos cuando Harvati, Stringer y Karkanas examinaron hace nueve años los cráneos: en la imposibilidad de clasificarlos de manera firme y otorgarles fechas que no se instalen en abanicos de centenares de miles de años. De momento, lo más probable es que no haya revolución alguna, que tanto Apidima 1 como Apidima 2 pertenezcan, siguiendo la hipótesis menos arriesgada, a la especie de los neandertales.

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