El Mercat de l'Olivar fue escenario ayer de la presentación de Moraland, un recopilatorio de los últimos 15 años de la creación del ilustrador Sergio Mora, que define su obra como "una mezcla imposible".

P ¿Los encargos de empresas son ahora mismo la única vía que tienen los artistas para combatir la precariedad?

R Estamos viviendo un momento en el que trabajar diseñando, por ejemplo, botellas, es un soporte. Son como los nuevos mecenas. Siempre se ha hecho, pero antes no se veía tanto. No todos vamos a ser Goya o Velázquez y vamos a tener un rey que nos encargue los cuadros.

P ¿Cómo se desenvuelve con el grafiti?

R No es mi naturaleza. Con el encargo Legends of Catalonia, que hice en Nueva York, solo diseñé el grafiti y al día siguiente ya lo estaban pintando. Pasaba cuando se estrenaba una película. Alguien hacía el cartel y en cada cine había pintores que lo recreaban. Lo mismo con la Capilla Sixtina, que también es una forma de grafiti donde trabajaba un montón de gente y había alguien que dirigía, porque Miguel Ángel no hizo cada pincelada. A veces se nos olvida que hay un equipo muy grande detrás.

P Mezcla muchos lenguajes de distintas épocas y estilos de diversa índole, ¿en base a qué criterios escoge uno u otro?

R Es algo subjetivo que no podría definir, no porque no quiera, sino porque es algo instintivo a la hora de trabajar. Ahí está la magia del asunto. Es un lenguaje que nace, pero no es teorizable.

P ¿Cómo ha sido trabajar para Gucci?

R A nivel de trabajo, no he tenido que hacer gran cosa. Eligieron dibujos ya hechos y ellos se encargaron de aplicarlos a las prendas. Ha sido como si me tocara la lotería.

P ¿Quién ha sido para usted Chiquito de la Calzada y por qué decidió hacer su biografía ilustrada?

R Había que resucitar su espíritu. Cuando murió sentí que todo el mundo estaba huérfano y crispado. Chiquito era algo con lo que todo el mundo comulgaba, alguien con quien todos estábamos de acuerdo porque derrumbaba cualquier prejuicio, a pesar de ser muy políticamente incorrecto.

P ¿Comparte que era un posmoderno?

R Totalmente. Le veías con esas pintas y luego tenía la palabra power rangers en la boca. Su cultura popular era flipante y mezclaba cosas que a lo mejor veían sus sobrinos. Estaba muy actualizado, y hacía mezclas de ese estilo. Chiquito es toda una influencia, porque mi idea de libro es esa: hacer una mezcla imposible, que en sí es un resumen de Moraland.

P ¿Dibuja sobre el papel o con tableta gráfica?

R Llevo unos años a tope con la tableta y me parece el invento del siglo. La compré poco antes de trabajar con José Andrés. A nivel creativo tuve total libertad, pero a nivel logístico iban tomando decisiones mientras lo construían. Igual has hecho un dibujo y, de la nada, un trozo de pared ha desaparecido. Si no hubiera tenido la tableta no habría podido hacer ese trabajo.

P ¿Cómo es trabajar con José Andrés, el chef favorito de Obama

R Es una bestia parda. Recuerdo cuando fuimos a la inauguración del mercado Little Spain de Nueva York. Al día siguiente inauguró otro restaurante en Orlando. José Andrés sería un buen presidente de Estados Unidos, aunque no sé si puede presentarse. Es un tipo con una capacidad de trabajar y emprender comparable a su altruismo.

P ¿Ilustraría un restaurante donde fuera a comer Donald Trump

R Si me lo encargara él, no. Creo que pega mucho más para hacerle un personaje de cómic junto a Kim Jong-un. Estamos en un momento muy raro en el que parece que nos gobierna gente de ciencia ficción.