El mundo del teatro español y, sobre todo, asturiano, está de luto por el fallecimiento de Arturo Fernández a los 90 años. El gijonés permanecía ingresado en un hospital de Madrid desde hace días -era su tercer ingreso este año- y preocupaba mucho su estado de salud. Ha sido su mujer, Carmen Quesada, quien ha informado de que el gran actor había fallecido esta misma noche. Gijón instalará mañana una capilla ardiente en el Jovellanos.

El 4 de abril comenzó la mala racha de salud de Fernández tras ser operado de urgencia del estómago, obligándole a interrumpir su trabajo en la obra teatral "Alta seducción", con la que llenaba el teatro Amaya de Madrid. Todo fue bien y el actor y empresario volvió a casa a los pocos días, pero dos semanas después sufrió una fractura tras una caída que complicó más su situación.

Fallece el actor gijonés Arturo Fernández

Fernández dedicó 68 años de su vida, desde su debut en la gran pantalla de la mano de Rafael Gil, al cine, al teatro y la televisión, en la que su característica forma de hablar y su elegancia le convirtieron en el galán por antonomasia.

El artista, nacido en Gijón, el 21 de febrero de 1929, era hijo de un trabajador de la estación ferroviaria de Langreo, tuvo que abandonar España en 1939 por su militancia en el sindicato Confederación Nacional del Trabajo (CNT).

Muy aficionado al fútbol, fichó por un club de Tercera División, pero su meta era viajar a Madrid para ser actor. Llegó a la capital en 1949 y en 1951 ya debutó en el cine, en la película de Rafael Gil La Señora de Fátima, en la que tenía un papel secundario.

Hasta 1954 no hizo teatro, en el que debutó con Modesto Higueras, y después trabajó en las compañías de Conchita Montes y Rafael Rivelles.

Cuatro años después llegaría la película Las chicas de la Cruz Roja, de Rafael J. Salvia. Su suerte cambiaría con Distrito 5 (1957), una cinta de Julio Coll en la que debutó de protagonista y a la que siguieron muchos títulos como Un vaso de Whisky (1958), también del mismo director, o La casa de Troya (1959), de nuevo a las órdenes de Rafael Gil.

Su primer premio fue en 1961, el del Sindicato del Espectáculo al Mejor Actor, al que siguió al año siguiente el Nacional de Interpretación.

En 1966, y cuando ya había recibido la Medalla de Oro del Teatro de Valladolid y el Premio de la Crítica de Barcelona, creó junto a Conchita Montes y a Adolfo Marsillach su propia compañía de teatro.

A la década de los 60 pertenecen obras como ¿Quién soy yo? (1967) y Yo soy Brandell (1967). En 1968 le vuelven a dar el Premio del Sindicato del espectáculo al mejor actor y protagoniza la película de Luis César Amadori Cristina Guzmán.

Rueda de nuevo con Rafael Gil en 1969, en esta ocasión El relicario y al año siguiente, con Juan de Orduña, La tonta del bote.

De su producción cinematográfica destacan otros largometrajes como A sangre fría (Trampa al amanecer) (1959), de Juan Bosch; Los cuervos (1961), de Julio Coll; Tocata y fuga de Lolita (1974), de Antonio Drove, y Desde que amanece, apetece (2006), de Antonio del Real.

En 1980 Arturo Fernández interpretó la obra teatral Homenaje a la que le siguieron La chica del asiento de atrás (1984), Pato a la naranja (1986), y Alta seducción (1989), llevadas de gira con gran éxito, especialmente la última, en las que participó como actor y empresario.

Posteriormente presentó La segunda oportunidad (1994), de Neil Simon; Mejor en octubre (1994); Esmoquin (2001) y Esmoquin 2 (2003).

Entre sus representaciones más aplaudidas figuran La herencia, Dulce pájaro de juventud, La tercera palabra, Todo empezó por una manzana, Pato a la naranja, Sencillamente un burgués, Lecciones de amor, La bruja en zapatillas o Alta seducción.

En la pequeña pantalla hizo, asimismo, la popular comedia familiar y costumbrista de Antena 3 La casa de los líos (1996-2000).

El actor que contempló el bikini mallorquín que hizo historia en el cine

Arturo Fernández se sentía a gusto en la isla y así lo declaraba siempre que tenía ocasión. El cine le permitió rodar en Mallorca una película que haría historia, Bahía de Palma, la primera que mostró un bikini y que inició la temática playera. La película se rodó en diversos municipios de Mallorca. La actriz alemana Elke Sommer, “muy cotizada por entonces, pues en breve iba a rodar en Hollywood una película con Paul Newman”, recordaba a este diario su compañero de reparto Arturo Fernández, desafió por primera vez la censura española luciendo un bikini de color negro sobre unas rocas de la costa mallorquina.

“Arturo Fernández era el Vittorio Gassman español”, afirma el empresario de espectáculos Toni Rubio, el productor que más veces trajo a Palma al actor asturiano, con el que llegó a entablar una amistad a pesar de sus diferencias políticas. “Éramos antagonistas políticos, él de derechas, yo de izquierdas, pero nos llevábamos bien, nunca nos peleamos”, señala Rubio.

La relación entre ambos se remonta a 2001, cuando el actor gijonés llevó a escena Esmoquin.

Fue Lola Herrera, actriz que coincidió con Fernández en la serie La casa de los líos, la persona que le propuso a Rubio que trajera a Palma, al Auditòrium, la obra Esmoquin. “Palma era una plaza muy importante para sus obras”, asegura el empresario, que trabajó con él hasta en ocho ocasiones, la última, con Enfrentados, en la que el gran actor se enfundaba la sotana para dirigir y protagonizar, junto a David Bovceta, esta obra de Bill C. Davis.