Atardecer idílico en Formentor. El esperado concierto de uno de los directores más reconocidos del momento, Gustavo Dudamel, estremeció ayer a las 258 personas que tuvieron el privilegio de asistir al segundo concierto de la temporada del festival Formentor Sunset Classics que se celebra el Hotel Formentor. El concierto tenía que empezar a las 20 horas, pero por razones ajenas a la organización (el vuelo que llevaba los instrumentos se retrasó hasta cinco horas) finalmente fue a las 20.45 que los músicos de la Filarmónica de Múnich, el Orfeó Català y el director Gustavo Dudamel subieron al escenario, situado en los radiantes jardines del hotel. "Ha sido un milagro haberlo hecho", comentaba en voz baja y suspirando el equipo de organización.

Durante las horas previas al incio del concierto ya se notaba en el ambiente que esta era una cita muy esperada. En el cóctel que se sirvió en una de las terrazas del hotel lucían mujeres y hombres los abanicos de colores (tan necesarios) que se entregaban a los asistentes cuando recogían la entrada. El calor, los vasos de agua fría y las copas de cava con "burbujas chispeantes", como bromeaba un grupo de gente, fueron también protagonistas de la velada. Los asistentes, que vestían sus mejores galas, charlaron largo y tendido en un marco incomparable mientras el sol declinaba, discretamente.

Rostros conocidos

Entre ellos, algunos rostros conocidos. No se perdieron la cita con Dudamel ni el empresario madrileño Alfonso Cortina ni Marta Buades, de la familia que antiguamente era propietaria del hotel. También asistieron al concierto el galerista Joan Guaita y la aun Secretaria de Estado de Turismo, Bel Oliver. Del grupo Barceló llegó la primera Maria Antònia Barceló, acompañada por su marido y sus tres hijos. Más tarde, apareció en la zona del cóctel Simón Pedro Barceló, que saludó animadamente a Guaita. El abogado Joan Buades también estuvo ayer en Formentor.

El director del festival Formentor Sunset Classics, Felipe Aguirre, tampoco se perdió la cita.

La actriz madrileña María Valverde acompañó a su marido hasta Formentor. Muy discreta e intentando no llamar la atención, la actriz apareció por detrás de donde estaban situadas las gradas y se sentó al lado de la mesa de sonido. Desde ahí, su vista era la más privilegiada: a sus pies estaban los músicos, dirigidos por un excelente Dudamel mientras iba oscureciendo el día con el mar de fondo.

Dudamel, de espaldas al público durante todo el concierto, ofreció todo el protagonismo a los músicos. Hubo calurosos aplausos del público al principio de la actuación, y un energético agradecimiento, hecho del mismo modo, cuando la pieza de Mahler llegó a su fin. Acabada la interpretación, se entregó un ramo de flores a cada solista y al aclamado director. Después del tormento y la pérdida de la fe, Mahler reconoció la vida. Y cayó la noche en Formentor.

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