Operación Triunfo pierde fuerza pero mantiene la misma pasión entre su público, fiel, entregado y ruidoso. De los 11.000 espectadores que congregó este show, 11.000 espectadores que congregó este show,el de la gira, el año pasado también en el Poliesportiu Mateu Cañellas de Inca, se pasó ayer a poco más de 3.500. Una clara muestra de que este fenómeno se ha desinflado, como también se ha visto en ciudades como Granada y Palencia. A pesar del bajón en el poder de convocatoria, los triunfitos continúan siendo unos héroes que hacen enloquecer a su parroquia con sus canciones, su puesta en escena y su simpatía sobre el escenario.

"Somos una isla de Primera", saludó Joan Garrido, el único mallorquín en la gira OT 2018, al inicio del concierto. El cantante de Palmanyola ejerció de anfitrión de sus compañeros, dieciséis en total, que arrancaron el espectáculo todos a una, interpretando el tema This is me, de la película musical El gran showman. Tras su bienvenida, una frase que podría hacer referencia al ascenso del Real Mallorca y también a la gran cantidad de músicos y artistas mallorquines que triunfan en el mundo, Garrido confesó que "hoy todos cumplimos un sueño".

"Vos estim", señaló el vocalista mallorquín al término de su actuación, centrada en la canción Bed I Made, de Allen Stone, ejecutada, en sus primeros acordes, con una guitarra.

Julia y Dave, haciendo suyo el tema Vivir; María y Famous, con 1,2, 3; África, con God is a woman; y Miki y Carlos Right, con El ataque de las chicas cocodrilo; también se llevaron la ovación de los presentes en un show que alcanzó el cénit con La venda, la canción que Miki defendió en Eurovisión, y Viva la vida.

Cientos de adolescentes, algunos de ellos acompañados por sus padres, habían hecho cola desde las 6 de la mañana para ver de cerca a los protagonistas del concierto estival de OT. La familia Martínez ocupó el primer puesto de esta particular y musical parrilla de salida. "Estamos aquí desde las 6 de la mañana, pero se nos ha pasado rápido", comentó tres horas antes del inicio del concierto una ilusionada Desirée. Junto a su hermano David y su padre Francisco Javier, soportaron la ola de calor y la larga espera entre baños de crema solar, auriculares y juegos de cartas.

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