Algunos la habrán descubierto por La hora musa, programa musical que presenta en TVE, aunque su recorrido comenzó mucho antes, cuando guitarra en mano cantaba en la plaza Mayor y, por las noches, en el Bluesville. Su personalidad en escena, su voz y sus canciones ya han conquistado media Europa. Ha trabajado con grandes como John Parish y Calixto Bieito y se ha probado en otros terrenos como el teatro.

P ¿Qué queda de aquella Maika que cantaba hace quince años en la plaza Mayor?

R Bastante. Me separé de esa Maika, pero he ido volviendo a la esencia, a la inocencia, a mirar el mundo con los ojos grandes. Esa Maika no sabía lo que le esperaba en el camino, cómo era la industria, pero las dos tenemos las mismas ganas de seguir explorando, escribiendo canciones y sacar algo que tenga valor para nosotras y, con suerte, para alguien más.

P ¿El Bluesville fue una escuela?

R Sí, y también mi mili. Yo apenas sabía afinar la guitarra. Algunas noches tenía la sensación de haber perdido la batalla, pero otras me sentía muy orgullosa porque conseguía que la gente que había ido al local a tomarse una copa o a fumarse un porrito acabara la noche viendo un concierto. Allí aprendí muchísimos trucos, como el de bajar la voz cuando quieres que te escuchen.

P De madre andaluza y padre macedonio, ¿qué le llevó a nacer en Mallorca?

R Se puede decir que mi madre es mallorquina porque vive en la isla desde los cuatro años, aunque nació en Málaga. La historia de peregrinaje adulto es la de mi padre, que llegó a Mallorca por la música. Tocaba en una sala de Gomila. Mi madre iba allí a bailar y se conocieron. Mallorca era el contexto, fructificó la cosa y llegué yo.

P ¿Cuál de sus raíces ha marcado más su música: la andaluza, la macedonia o la mallorquina?

R El Mediterráneo. Yo llego a la isla, huelo el aire, veo la vegetación, las cosas a través de la luz que hay en Mallorca, y me siento en casa. He escrito muchas canciones aquí porque es el lugar donde puedo respirar y sintetizar todo lo que he vivido en otros lugares.

P ¿Alguna vez ha pensado en desvincularse de su oficio, tal y como está la industria?

R Muchas veces. La música es maravillosa, pero su industria a veces es muy dura y cruel y se lleva muchísima energía. Es una escuela aprender a navegarla (la industria) sin sentir que es una tormenta.

P ¿Tiene sentido publicar un disco por año si ya nadie los compra?

R Me lo pregunto muchas veces. Sacar sencillos me parece lo más lógico hoy en día , pero no entras en un sistema de exposición tan grande si solo haces eso, a menos que te dediques a la música urbana, que es cómo se consume este tipo de música que no necesita la industria tradicional. Mi tipo de música y el de mucha gente todavía necesita el disco para hacer una buena ronda.

P ¿Qué busca en las voces de los otros?

R Todas las emociones que somos capaces de sentir. Ese es el valor de la música: saber traducir las emociones en un arte abstracto. Como decía Picasso, el arte es una mentira que te hace ver la verdad. Creo que la música es, quizás, el arte más poderoso en ese sentido. No puedes cerrar los ojos y no verla, no tenemos la suficiente velocidad para no dejar que penetre en nosotros de una manera emocional.

P Devota de las canciones simples y pequeñas, ¿qué les exige a las suyas?

R El error es exigirles algo, y es un error en el que caigo a veces. Lo que deseo más que nada es ser simplemente un instrumento de la música, paradójicamente, y dejar que salga lo más limpiamente posible, sin roces.

P ¿Qué le ha revelado un trabajo como el de presentadora de televisión?

R Que soy capaz de hacerlo. Me considero una persona tímida, y no es un trabajo para tímidos. Creo que he conquistado una parte que fue problemática para mí en el pasado y eso es una satisfacción. Por otra parte, me hace muy feliz ver a mis compañeros sentir que se les respeta, valora y que tienen una plataforma en la que pueden brillar.

P ¿Existen las musas?

R Creo que sí y, además, de una manera muy tangible, están a nuestro alrededor. Son personas que conocemos, paisajes que vemos, olores, situaciones que vivimos, mundos que queremos creer. Las musas llegan cuando uno tiene el músculo creativo tonificado, y esto es un trabajo diario, aunque a veces no lo parezca, porque es algo muy bello.

P Usted es la musa del underground. ¿Cómoda en ese título?

R Hacía mucho tiempo que no oía esto€ Es un mote que no acababa de entender, porque no sabía de quién era musa, o qué es exactamente el underground, pero suena bonito. Y es curioso porque yo no le puse el nombre al programa de La Hora Musa, y cuando me lo dijeron me hizo mucha gracia. Parece que de alguna manera se cierra un círculo.

P ¿Con qué sueña usted?

R Me gustaría vivir en el campo, tener mi local de ensayo ahí y poner en marcha un proyecto de permacultura.

P Se dice de usted que en escena es salvaje. ¿Suscribe esas palabras?

R Yo creo que la música me da esa posibilidad. En el teatro estoy muy verde, he tenido la suerte de trabajar en él, sobre todo con Calixto Bieito, que me permitió escoger los propios textos que iba a recitar y eso te lo pone más fácil. Pero he pasado momentos difíciles en el teatro. En Forests [por la que ganó un premio Max a la Mejor Composición Musical, en 2014], en la que trabajé con actores de la Royal Shakespeare Company, hubo momentos que pensé: qué estoy haciendo aquí, esto no tiene sentido.

P ¿Un físico agraciado es contraproducente a la hora de triunfar?

R Depende de dónde quieras triunfar y qué quieras transmitir. Yo creo que hoy en día no, porque lo que tienes dentro sale fuera. Creo que si hay un alma bella que tiene que brillar, brillará. Da igual si es agraciada o no físicamente.

P ¿Qué podemos hacer para acabar con el reguetón?

R Nada (ríe). No se puede hacer nada. Dejar que pase de moda.

P Si esta no fuera su vida, ¿cómo se la imagina?

R Imagino que estaría en el campo dedicándome a algo que tuviera que ver con la naturaleza. Pero echaría mucho de menos la música. Estoy en las de no tener que elegir.

P ¿Le pesa la popularidad?

R Nadie parece reconocerme y eso me congratula.

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