Un hombre serio, trabajador y enamorado de su familia. Estas son las impresiones con las que se quedan los visitantes después de ver la exposición fotográfica Sorolla en su paraíso que abrazan las paredes del Hotel Formentor desde ayer. En ella, un total de 61 reproducciones digitales realizadas en el taller de Castro Prieto a partir de originales de diversas colecciones brindan una idea de cómo era el ambiente creativo del pintor, a la vez que descubren a los visitantes sus dos grandes pasiones: su familia y su trabajo. Así lo ha explicado esta mañana la directora de Relaciones Institucionales de la Fundación Sorolla, Cristina Asensio, que estuvo acompañada, en la presentación de la muestra, por el director del hotel, Enrique Castellanos, y la directora de Marketing del grupo Barceló, Sara Ramis.

Eminentemente fotográfica y expuesta de manera cronológica, esta exhibición -que en 2017 se inuauguró en el Museo Sorolla de Madrid- muestra la estrecha relación del pintor con la fotografía, actividad a la que se acercó gracias a Antonio García, quien después se convertiría en su suegro, pues la esposa del pintor, Clotilde García, era su hija. Este interés, que cultivó toda su familia, explica la cuidada conservación de su legado fotográfico: el Museo Sorolla conserva más de 6.000 imágenes. Además, según ha explicado Asensio, la influencia de la fotografía sobre el artista se refleja mucho en su obra, pues era capaz de plasmar la instantaneidad en sus cuadros, conseguida a partir de pinceladas rápidas.

Cristina Asensio también ha mencionado que "Sorolla fue un pintor muy retratado por grandes fotógrafos de la época por su condición de genial artista", muchos de ellos de Estados Unidos, donde el valenciano cosechó un éxito absoluto después de pasar por París y Londres. W. A. Cooper, William G. Hollinger o Sebastian Cruset son algunos de los nombres que firman sus retratos.

Además de retratos del pintor, que abarcan desde su juventud a sus últimos años de vida, las fotografías expuestas muestran muchos momentos íntimos de Sorolla. Inmortalizados han quedado instantes que compartía enseñando pintura a su hija María o retratando a su esposa, sin duda la persona más dibujada por el artista; así como escenas cotidianas de la familia reunida en torno a una mesa o de vacaciones. Aunque también se ve al pintor junto a otras importantes personalidades de la época. Así, una foto de 1917 tomada por Luis R. Marín muestra a Sorolla retratando al dramaturgo Jacinto Benavente; otra, firmada por el reconocido fotógrafo español José Demaría Vázquez 'Campúa', de 1904, muestra una lectura de Santiago Rusiñol, a quien escuchan, además del pintor, Ramón Casas, el actor Emilio Thuilier, y los escritores Enrique Borrás y Ramiro de Maeztu.

Toda la exposición muestra a un hombre de mirada penetrante y posado serio comprometido e implicado en su trabajo. "Lo que realmente le gustaba era pintar exteriores, pero hacía retratos para ganar dinero", ha comentado Asensio. Y enseñan, también, a un apasionado de la pintura: "Cuando se tomaba un tiempo de descanso, se iba a la costa a pintar. En Jávea, sobre todo. Es este mar el que se ve en muchas de sus obras". De hecho, comentó que en algunas obras se ha detectado arena.

Curiosamente, uno de los fotógrafos que lo retrató fue Guillem Bestard, importantísimo profesional de Pollença. Las imágenes son del verano de 1919, cuatro años de la muerte de Sorolla, y están tomadas en Cala Sant Vicenç. Es en este lugar de Mallorca donde el artista decidió tomarse un descanso después de cumplir con el gran encargo de la Sociedad Hispánica de América, por el que realizó catorce murales para las salas de la institución dedicados a las Regiones de España, una obra que realizó entre 1913 y 1919. Aunque ya se ha dicho: durante sus descansos aprovechaba para pintar lo que quería. En la imagen se distingue como Sorolla pinta la cala mallorquina mientras Clotilde y una de sus hijas se distraen, al fondo.