Su complicidad salta a la vista. Fueron pareja durante más de una década hasta que su historia de amor se acabó. O no. Porque, al contrario de lo que suele pasar siempre, David Templeton y Kerstin Unger-Salén se respetan, se quieren y, lo que es mejor, se admiran como personas y como artistas. No son capaces de recordar cuándo fue la última vez que hicieron una exposición conjunta, pero "debía ser durante los primeros años de los noventa", dice Unger-Salén, a lo que Templeton asiente. Lo que sí saben -aunque él, juguetón, bromee con no recordarlo- es que el próximo viernes inauguran una exposición conjunta después de casi 30 años de la última. La propuesta fue de él, algo que le enorgullece a ella.

Piecing together a broken world ( Piecing together a broken world Recomponiendo un mundo roto es el título bajo el que presentarán sus collages, "unos diez cada uno", señala Templeton, en la galería Sa Tafona de La Residencia de Deià (a las 19.30 horas). Eligieron el collage porque para ellos es como la esperanza de ese mundo roto; simboliza una nueva creación con piezas que pertenecieron a otros momentos o que tuvieron, antes, otro significado.

Mundos rotos

Ambos saben de lo que hablan cuando se refieren a mundos rotos. Uno de ellos es el Deià que conocieron. Él, en verano de 1978; ella, en 1984, año en que adquirió Cas Bernats, una finca del siglo XIV que descansa sobre el Port de Sóller. Se conocieron, precisamente, en una clase de dibujo en casa de los Sheridan, conocidos pintores de Deià -Cecilie, viuda de George Sheridan, sigue gestionando la galería Sa Tafona-. En aquel momento, "Deià estaba artísticamente muy vivo. El arte nutre al arte, unos y otros artistas se inspiran, y allí existía una comunidad, compartíamos tiempo juntos. Ahora, aunque sigue habiendo artistas en el municipio, este espíritu se ha perdido un poco", comenta Unger-Salén, que recuerda varias veces que no quiere sonar nostálgica.

Habla del Deià en el que coincidieron con Robert Graves, a quien Templeton, que tiene una mano envidiable para la pintura figurativa, retrató, en la misma casa del escritor de Yo, Claudio, cada miércoles durante cuatro años. En ese hogar también ensayaba con la mítica Pa amb oli band, formada por los hermanos Juan -ya fallecido- y Tomás Graves. Kevin Ayers, Ollie Halsall, Mike Oldfieldd, Daevid Allen y Gilli Smith, del grupo Gong, Bob Geldof, Erasure, Red Hot Chilli Peppers, U2, The Corrs... Todos estos nombres forman parte del Deià del talento, de la comunidad de artistas que encontró en Mallorca un refugio "por su belleza y por su magnífica luz", especifica Unger-Salén. "Nosotros pensábamos en el mundo que dejaríamos a nuestros hijos y nietos, ahora las personas solo se preocupan por ellas mismas", lamenta Templeton. Son conscientes de que los tiempos cambian. Por eso solo pretenden guardar con cautela y amor esos recuerdos de un tiempo que no volverá, de un Deià -el que conocieron- que ya está roto y del que ambos son los últimos vestigios.

Salvar la isla

Pero Piecing together a broken world puede referirse a muchas cosas y no solamente al fructífero y romántico Deià de los ochenta. Según Unger-Salén, "el mundo está roto. Tenemos enormes problemas por resolver. Estamos en un punto crucial, no todo está perdido, pero tenemos que concienciarnos rápido. El calentamiento global no parará. Tenemos que salvar esta belleza que hay en la isla", advierte.

Según los artistas, las obras de Unger-Salén se caracterizan por tener imágenes de la naturaleza y por ser mucho más coloridos que los de él. Conforman una unión de fotografías a las que se les da una "nueva coherencia y entidad", dice la autora. Templeton considera que sus collages son "más duros y, últimamente, más abstractos. Mi intención es ir hacia una expresión mucho más simple, siguiendo una de las máximas de Da Vinci, que dijo que la simplicidad es la máxima sofisticación". En cambio, "yo pinto mucho en el collage, trabajamos de manera muy diferente. Y cada uno en su estudio", matiza Unger-Salén.

Tanto ahora como cuando estaban juntos, una norma ha pautado su relación en el plano artístico: uno nunca puede comentar o hablar sobre el trabajo del otro sin permiso. "Hay que mantener la distancia y el respeto. La creación es un acto muy solitario e íntimo", reflexiona Templeton.

El pintor y también músico practica la idea de la simplicidad en su día a día. "Llegué a tener muchos libros, películas y otras cosas en casa. Siempre he tenido de todo pero no suficiente de nada. Un día decidí desprenderme de eso porque ya tengo el conocimiento dentro de mí, lo he absorbido. No necesito nada". Mientras lo dice, su amiga y cómplice se pone a reír. Muy educada, le pide permiso para intervenir: "Lo que pasa es que cuando creces tienes que construirlo todo. Hasta que en un momento de tu vida te das cuenta de que solo quieres liberarte, dejar que la luz vuelva a entrar por la ventana".

Piecing together a broken world podría ser esa liberación, esa reconstrucción del mundo con fragmentos del pasado y deseos del mañana.