Diario de Mallorca

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Crítica Clásica

Opera Higlights

Gregory Kunde

Teatre Principal de Palma (7/6/19)

Recital simfònic. G. Kunde, tenor. Damián del Castillo, barítono. Cor del Teatre Principal. Sergio Alapont, director musical.

Que un recital de canto llene el Teatro Principal de Palma es noticia. Así que debemos calificar de buena noticia el hecho que el tenor Gregory Kunde, uno de los tenores importantes de los últimos treinta años, consiguiera que platea y anfiteatro estuvieran casi al completo. Sí, buena noticia. No solamente de la escena vive el aficionado a la ópera, un recital también puede valer la pena.

Interesante y nada trivial el programa que el cantante eligió para esa velada, que contó también con una muy elegante sorpresa, la inclusión del barítono Damián del Castillo. En efecto, los fragmentos elegidos para la ocasión no daban tregua a las voces. Todas las arias y las aportaciones en forma de dúos que pudimos escuchar fueron de los que están en el top ten del repertorio de la ópera italiana y francesa. Los dos cantantes vinieron a la isla no de vacaciones ni para descansar sino para dar el do de pecho (nunca mejor dicho).

Verdi en la primera parte con fragmentos vocales de Aida, Don Carlo e Il Trovatore. Y en la segunda, además de momentos estelares de Otelo y Falstaff, otros de Carmen y Pagliaccci además de tres aportaciones fuera del programa.

Kunde retiene todavía esa musicalidad y enorme voz que le ha llevado a cantar roles difíciles en los más importantes teatros del mundo. Quien tiene retiene. Aunque, a decir verdad, la belleza y la pureza de su instrumento han bajado un nivel, la edad no perdona. Sigue ahí su amplia tesitura, pero dando síntomas de DNI, sobre todo en los graves. De todas maneras su saber estar, su entrega y su sentido del humor mantienen al tenor entre los grandes de su época.

Damián del Castillo, mucho más joven que Kunde y con una trayectoria que se está configurando y que de buen seguro será amplia y destacada, estuvo magnífico en todas sus intervenciones. Sabe cantar y tiene un buen elemento vocal para ello. Debemos seguirle la pista y aconsejar al teatro que estudie la posibilidad de incluirlo en alguna de sus temporadas líricas.

El coro estuvo más que bien en sus pocas pero interesantes aportaciones. Se le notaba relajado y sin la presión del movimiento escénico.

Por su parte, la orquesta, si descontamos un dubitativo inicio en la Obertura de Aida, sonó de forma magnífica, siempre contando con el factor en contra de la mala sonoridad del teatro. Sergio Alapont supo sacar de ella brillantez y musicalidad. Acompañó muy bien a los cantantes pero también resultó interesante en los momentos instrumentales. De gran altura el Intermezzo de Manon Lescaut de Puccini.

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