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Crítica de cine

El honor de los jianghu

Se le puede llamar neorrealismo, realismo sucio o realismo a secas. O, más sencillo aún, drama contemporáneo. Esta película, como Black coal (Yi'nan Diao, 2014), muestra las tensiones entre el capitalismo económico y el comunismo político en China a través de héroes, antihéroes o supervivientes a secas. Si en Black coal la trama era policial, aquí pasa a la acera de la delincuencia.

La película ocurre entre 2001 y 2017. Sus protagonistas son el líder (Bin/Liao) de una banda (hermandad) delincuente en una zona minera en proceso de brusca reconversión y su atractiva querida (Qiao/Zhao). Tras ser detenidos por una escaramuza con otra banda, él recibe una pena corta de cárcel y ella más larga. Al salir, ella se encuentra compuesta y sin novio. Con no pocas dificultades y dudas acaba asumiendo el mando de esa hermandad, en la localidad transformada por el desarrollismo. El guión orilla la trama delincuente y potencia la trama personal. La inversión de poder en la pareja, las dudas de ambos, sus limitaciones, sus frustraciones, sus escasas ilusiones, el piloto automático para seguir, para conformarse con poco más de lo que se tiene. El feminismo no deja de ser una victoria pírrica. La hermandad, la región, la gente, no cambian en una década, por muchos trenes de alta velocidad o bolsos de Hermés que obtengan. Los hombres siguen siendo igual de machistas; Qiao sólo alcanza a liderar una banda con una timba local y sobresueldos de prestamistas. ¿Eso es un triunfo? Con discreta realización y buenas actuaciones se muestra una China ni deslumbrante ni deprimente. Muy real.

La ceniza es el blanco

más puro

****

Nacionalidad: China, 132 min.

Director: Changke Kia

Actores: Tao Zhao, Fan Liao, Yi'Nan Diao, Xiagogang Feng

Cines: CineCiutat.

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