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Crítica de Arte

Cuando la poesía es inspiración

A la derecha, la vieja máquina de escribir de Andreu Vidal. a. F. H.

Andreu Vidal (1959 - 1998). Restar per sempre en la cosa mirada c.c. la Misericòrdia (Palma)

A. Vidal, Ramón de la O, Jaume Salvadiego y otros. Comisario: Magdalena Aguiló Victory. Diseño expositivo: Tatum&Golomb.

Mar-vie 11-14 h. / 17:30 - 20:30 h. Sab 11 - 14 h. Hasta el 6 de junio.

Recrear el universo personal y profesional de un autor polifacético es un reto a todos los niveles. Si, además, este creador muere tempranamente (con 39 años, pongamos por caso) y su carrera queda truncada justo en el momento en el que los artistas empiezan a abandonar el camino de la emergencia (de emergente, me refiero) para adentrarse en el de la madurez, el desafío es aún más importante, pues se hace necesario un ejercicio mayor para poder contextualizar y dar a conocer todo lo que supuso una vida y obra aún por reafirmar.

Es el caso del palmesano Andreu Vidal Sastre (1959 - 1998), delineante con vocación de poeta, pero también fotógrafo, editor y diseñador gráfico. Con apenas cuatro décadas de vida consiguió dejar una huella en la creación literaria isleña por su manera de afrontar la poesía: con arcaísmos, musicalidades rotas y la búsqueda de sinónimos poco comunes. No en vano, la obra de Vidal recibió el reconocimiento de los Premis Ciutat de Palma Joan Alcover de Poesía y el Premio Carles Riba. Además, la inquietud artística de Vidal hizo que se relacionara con otros creadores de diferentes disciplinas, dando como resultado colaboraciones maravillosas con artistas plásticos tales como Miquel Barceló, Rafael Joan, Ramon de la O, Andreu Terradas, Horacio Sapere, Esteve Subirah o Jaume Salvadiego. Y es que la poesía es, quizá, uno de los géneros literarios con más potencialidad visual y con más capacidad para inspirar a las otras artes.

¿Y por qué justo ahora hablar de Andreu Vidal? Pues por la muestra que alberga la Misericòrdia de Palma en la que se recrea de manera magnífica la gran infinidad de registros de una personalidad intelectual y artística como la de Vidal, aún no suficientemente conocida.

En sus nada más y nada menos que tres plantas expositivas el visitante se adentra en el mundo de Andreu Vidal, al que empieza a conocer desde la intimidad de su escritorio, en su hogar, con su vieja máquina de escribir con perfume de otra época. Es la casa del poeta. También está la cantina del poeta, la mítica París-Texas, recreada en la primera sala. Luego, a lo largo de toda la exposición, pinceladas de los poemas de Vidal interpelan al espectador que poco a poco se sumerge en el espíritu poético de este autor de importancia capital para la literatura catalana del siglo XX. Además, la muestra recoge una selección de proyectos editoriales y de diseño gráfico impulsados por Andreu Vidal, sus experimentaciones con la fotografía, y las obras de otros artistas concebidas después de la muerte del poeta en 1998, así como una selección de grupos musicales que se inspiraron en los poemas de Vidal para sus canciones, y que el visitante puede escuchar al final de recorrido.

Este tipo de exposiciones no puramente artísticas, con contenido cuidado, mimado y museográficamente atractivas, son necesarias para dar a conocer al público no especializado figuras relevantes de la cultura isleña que, de otra manera, permanecerían en el olvido o únicamente en el recuerdo de sus devotos parroquianos. ¡Recomendable!

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