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Con ciencia

Neuronas nacientes

Neuronas nacientes

Todos los interesados en el funcionamiento del cerebro, ya sea de forma profesional o por mero capricho, aceptaban hasta hace poco un dogma esencial: en los mamíferos al menos —y nosotros lo somos—, las neuronas no nacen. Sólo mueren después del nacimiento del organismo. De tal forma, a lo largo de nuestras vidas el número de neuronas presentes disminuye de forma inevitable y no sólo en un cómputo total sino tenidas en cuenta una a una. No aparecen neuronas nuevas tras el parto.

El dogma de que las neuronas del cerebro son las mismas que se tenían al nacer estaba ligado a una de las funciones cerebrales más conocida: la de la memoria. Si se produjese la sustitución de neuronas que mueren por otras nacientes, ¿qué le sucedería a la memoria e incluso a la autoconsciencia, a la convicción del propio ser? Mientras se tuvo una visión localizacionista de los procesos cerebrales, ligando éstos a neuronas individuales o, todo lo más, a áreas, era imposible aceptar que las unidades de los procesos cognitivos superiores pudiesen reemplazarse. ¿Quién no ha oído la identificación del lenguaje humano con la actividad de las zonas de Broca y Wernicke?

Pero los dogmas, en la ciencia, son (ellos sí) de vida corta. Comenzó primero a manifestarse la gran plasticidad del cerebro al constatar que pacientes con daños en Broca, en Wernicke o en ambas áreas eran capaces de hablar de nuevo tras un entrenamiento severo. Otras zonas cerebrales se encargaban de sustentar la producción y comprensión de palabras y frases. Pero hablábamos del nacimiento de nuevas neuronas. Joseph Altman y Gopal Das, investigadores del Psychophysiological Laboratory, en el Massachusetts Institute of Technology (Cambridge, Estados Unidos) pusieron de manifiesto que en ratas jóvenes a las que se inyectaba un marcador para poder contar el número de neuronas se comprobaba que éste había aumentado en los tres meses posteriores al nacimiento. Incluso postularon cuál era el mecanismo de generación de nuevas neuronas: nacen en los ventrículos del cerebro anterior y migran al hipocampo, donde se diferencian.

Un artículo de Fred Gage, del Laboratory of Genetics del Salk Institute (La Jolla, Estrados Unidos) reclama desde la revista Science que se aclaren los resultados contradictorios que, medio siglo después del hallazgo de Altman y Das, se están obteniendo por lo que hace a la neurogénesis en el hipocampo humano. El año pasado aparecieron dos trabajos enfrentados. El primero, admitía el incremento de neuronas en el cerebro humano joven pero no en el adulto (Sores et al, Nature). El segundo, aseguraba mediante análisis postmortem que determinadas neuronas del giro dentado humano mantienen su número —las células nacientes equilibran a las que mueren—incluso en edad muy avanzada (Boldrini et al, Cell Stem Cell). El dogma se tambalea pero no sabemos aún que encontraremos si termina por caer.

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