Sensibilidad, autenticidad, inspiración. Maria João Pires (Lisboa, 1944) es sinónimo de arte en estado puro. Consagrada como una de las máximas figuras del pianismo del siglo XX, la portuguesa acariciará este viernes por la tarde el piano con sus pequeñas manos para cautivar a los espectadores de la séptima edición del Formentor Sunset Classics con algunas de las piezas más emblemáticas de Beethoven, Mozart y Chopin. Con su estilo lleno de lirismo y profundidad, esta pianista se transforma en un gigante en el escenario. Este viernes la belleza de los jardines del Formentor, a Royal Hideaway Hotel se fusionará con el arte de Pires, que ha cambiado las grandes giras por conciertos en lugares especiales, más íntimos que permitan un contacto más directo con el público.

"El paisaje de Formentor es maravilloso, su naturaleza, es todo muy profundo y me genera muchos buenos pensamientos". "Toqué la primera vez hace 70 años y ya estaba muy cansada de las giras", lamenta al argumentar los motivos de su retirada. "En los últimos 20-30 años todo ha cambiado y se ha convertido en algo muy comercial. No me he adaptado a esta realidad. No me siento cómoda", confiesa. Precisamente se muestra "muy pesimista" a la hora de hablar sobre el futuro de la música. "Todo está en manos del mundo comercial". "El entretenimiento", razona, se impone a la concepción artística. "La música es arte o no, y si no es arte no es nada", sentencia Pires que recalca la gran presión que reciben los artistas.

De todas formas, tiene claro que "el intérprete es un vehículo, no es el creador" y lamenta el exceso protagonismo que se les otorga. Si se cumpliera su máxima, todo se podría escuchar de una forma "más relajada" y permitiría que el público conociera nuevas composiciones. De hecho, asegura que el repertorio se ha estancado. "Los promotores presionan para que se interpreten autores consagrados porque te dicen que no vendrá público. Ésto tiene que cambiar. Hay que llegar al público más joven".

Es pesimista cuando habla del futuro de la música pero tiene claro que para evitar que el arte se muera es necesario "valor, riesgo y fuerza". "Ahora el artista no puede asumir este riesgo" porque el riesgo es todo lo contrario a lo que dicta la "regla comercial".

Está inmersa en "proyectos especiales" como el centro que tiene en Belgais dedicado "al estudio de las artes como algo integral donde se trabaja el pensamiento". Precisamente es donde intenta "introducir música experimental y piezas clásicas más contemporáneas" con el objetivo de enseñar al público que no solo lo romántico y clásico es bello". "La música es buena o no. No importa el momento en que fue compuesta".

Está feliz. No quiere hacer grandes planes, "simplemente aprovechar los que me trae la vida". Reconoce que su deseo artístico pasa por ampliar repertorio. "Mi repertorio es limitado porque tengo las manos pequeñas y me gustaría aprender nuevas obras como, por ejemplo, alguna sonata de Schubert o música moderna". También, admite, quiere "más tiempo" y "libertad" para impulsar las artes entre los más jóvenes. Lamenta que los jóvenes músicos están sometidos a una "presión terrible" que les imporne concursos y un repertorio prefijado.

Puro arte y verdadera poesía es lo que escucharán a partir de las 19 horas de este viernes en el Hotel Formentor gracias a Maria João Pires, que confiesa que le gusta más compartir la música con la gente que ser intérprete.

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