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Crítica de cine

Clase piloto

La última lección peca de exceso de ambición, no sé si achacable a la novela original de Christophe Dufossé o a los retoques posteriores de los guionistas. El género se mueve entre thriller psicológico, drama escolar, surrealismo (Yorgos Lanthimos es su exponente más destacado en este momento) y catastrofismo. Argumento, con spoilers muy resumidos: un colegio de secundaria en las cercanías de una central nuclear decide crear una clase especial, una clase piloto, para una docena de alumnos superdotados (y acomodados). La mitad de ellos forman un grupo cerrado (tipo El club de los poetas muertos) que se obsesiona con la destrucción del planeta por parte de los humanos. Un profesor sustituto logra averiguar sus intenciones.

Paso a la disección. El tema de los jóvenes superdotados siempre es atractivo porque ofrece, en la vida real, combinaciones de inteligencia clásica muy alta e inteligencia emocional muy variable, lo que los hace proclives tanto a sufrir bullying, como a creerse una casta superior y ser hipersensibles (léase deprimirse) ante los brotes de maldad o voracidad del ser humano. Esta trama es lo más prometedor del filme, algo desafinada por detalles como la ceguera/pasotismo del resto del claustro y alumnos de la clase especial. El catastrofismo es un género muy trillado, que se remonta al mismo origen de la humanidad. Aquí es de vuelo bajo, más en línea con Take shelter, o Los chicos del maíz. Eso, los toques surrealistas y la gran apostura del profesor protagonista distraen, más que refuerzan, la trama de los chicos superdotados, inseguros, desubicados. Aún así la película es interesante por su tema principal y el suspense.

La última lección

***

Nacionalidad: Francia, 104 min.

Director: Sebastien Marnier

Actores: Laurent Lafitte, Emanuelle Bercot, Pascal Gregory

Cines: Augusta, CineCiutatan, Cinesa Festival Park, Multicines Manacor.

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