Jaime Triay (Palma, 1964) ha sobrevivido a conciertos al límite, algunos entre botellazos y escupitajos, Fuera de control, como dice uno sus grandes temas. El padre del punk mallorquín, cantante de la banda Cerebros Exprimidos, con la que interpretó auténticos himnos del género (Más suicidios, Listos para sufrir o Gritos en la noche, entre otros muchos), se enfrenta desde hace dos años a la lucha más dura que le tenía reservada la vida, la esclerosis laterial amiotrófica (ELA). Una enfermedad neurodegenerativa progresiva que le tiene postrado y que ya le impide "respirar con facilidad" pero que no le quita ni la sonrisa ni la ilusión al recordar toda su carrera con motivo de la reedición, 40 años después, de su primer disco, Cerebros Exprimidos.

"Eso quiere hacer Peter (Terrassa) -el organizador de la Fira del Disc de Mallorca-, reeditar en versión pus, bueno, de luxe -suelta con mirada burlona- ese disco", grabado en abril del 89 "en los estudios que tenía en Madrid el batería de Los Pekenikes, Félix Arribas", apunta con memoria fotográfica. "Lo grabamos solo en dos tardes, seis temas para un miniálbum de unos veinte minutos". Pero qué veinte minutos. "Ese disco es una hostia en toda la boca, con ese sonido tan agresivo", defiende Fofi Pérez, otro guerrero de los escenarios, líder de Guadaña y un gran amigo de Jaime 'Cerebro'.

Jaime y Fofi, maestro y discípulo, acudieron juntos el pasado 5 de mayo al homenaje que se le brindó al primero en Casa Planas. Un tributo multitudinario, impulsado por Carlos Palmer, que contó con las actuaciones de diferentes grupos, como Ramonikos, Los Bélmez, Los Malditos o Puñal. "Me lo pasé bien", asiente en referencia a una noche a la que solo puso dos condiciones: "Que tocaran Guadaña y Dr. Doom y que la entrada fuera gratuita, nada de negocio".

Si algo caracterizó a Cerebros Exprimidos en sus dos décadas de metralla, los 80 y 90, fue la honestidad, siempre al margen de las imposiciones de la industria. "Íbamos a divertirnos, y nos pasábamos más tiempo en el bar que en el local de ensayo", se sincera Triay al rememorar los primeros pasos de su grupo, con el que cumpliría sus sueños de niño.

"De niño, mi juguete favorito fue un tocadiscos, en el que ponía los singles de mis padres. El primer disco que me regalaron fue la banda sonora de El libro de la selva, y el primero que me compré, otra banda sonora, la de Jesucristo Superstar. Joder, qué vergüenza", reconoce entre risas.

Desde entonces su colección no ha parado de crecer, tanto, que la da por completa. "Ya no tengo más sitio en casa donde poner los discos.

Estoy a la espera del último pedido, una caja de los Heartbreakers", el grupo de Johnny Thunders, una de las grandes influencias de Juanmi Bosch, el guitarrista de Cerebros. "Cuando nos aburríamos siempre tocábamos alguna canción de Thunders", comenta.

Antes de descubrir el punk, Jaime se adentró en el rock clásico, en la música de bandas como Fleetwood Mac, los Rolling Stones, Led Zeppelin, Neil Young... Vinilos que compraba sobre todo en Discos Jonch y también en Discos Aloha, donde daría con el grupo que le cambió la vida: los Sex Pistols. "Cuando los oí, me dije: qué locura, qué buenos son. El misterio que les envolvía, porque decían que el bajista (Sid Vicious) no sabía tocar, me atrajo mucho".

Gracias a los Pistols conoció a los Stooges, a The New York Dolls, a los Clash, y de escuchar música pasó a componer y cantar. Cerebros le daría la gloria en la escena de la mugre, la del punk, convirtiéndose en una de las bandas de cabecera de este género a nivel nacional, con algunos hitos, como un segundo premio en el VI Concurs Pop Rock de Palma (1996, el año de La Isla) y con sus canciones publicadas en el mercado estadounidense bajo el nombre de Squeezed Brains.

En su retina permanece el estreno de Cerebros, en sa Feixina, "delante de cincuenta heavies. Nos tiraron de todo. Solo pudimos tocar un tema, Huye de ellos. La verdad es que nos echaron a botellazos", relata.

Cerebros, con los que llegó a publicar siete álbumes, el último, en 1998, Cerebrator, no fue la única aventura musical de Triay. La primera la vivió con Virus, un grupo de heavy en el que militó entre 1981, cuando lo fundó, y 1984. "Al principio nos llamamos Alto Voltaje, en homenaje a AC/DC. Había llegado al heavy por unos amigos del Luis Vives". Y la última, con los Chirri Kebab Motherfucker, con su colega Fofi a la guitarra, Jelen al bajo y Rafa Puro en la batería. Entremedias, Danones Yonkis y Sistema Llongueras. "Siempre me he divertido con la música", asiente, mientras espera la caja de sus Heartbreakers.