Es un armario que entró en el convento unos 700 años atrás. Quizás era una de las cosas que las jóvenes de familias adineradas se llevaban consigo cuando tomaban los hábitos (como si fuera su 'dote' al casarse con Dios).

Ahora, siete siglos después (según las primeras estimaciones sobre su origen), el armario conventual del convento de clausura de Santa Clara ha salido de los muros del recinto religioso por primera vez: es una de las joyas de la corona de la exposición El moble a Mallorca. Gòtic, segles XIII-XVI. Vida quotidiana, promovida desde el Consell, que puede visitarse hasta el 21 de julio en el Museu de Mallorca.

Casi 70 piezas originales

Debido a su valor inédito y su buena preservación, es una de las piezas más destacadas de las 68 originales que conforman la muestra, aunque a Muí Morey, su comisaria, le cuesta decantarse por solo uno de los muebles u objetos que durante dos años han localizado, contextualizado y expuesto ("gracias a la gran generosidad de propietarios y coleccionistas", insiste en remarcar la historiadora del arte y restauradora de muebles).

Este armario conventual es una pieza clave para la recreación de un interior propio de la baja Edad Media que puede visitarse en la planta baja del museo.

Bajo un artesonado del siglo XIV propio del edificio del Museu y una pared recreada con el diseño de un resto de mural rescatado de una casa de la época, se recrea una posible estancia gótica en la que además del armario, se puede contemplar un banco, una mesa puesta, piezas de vajilla expuestas como lo hacían las familias de postín para mostrar su riqueza, o una muy bien conservada caja inédita de gremio, con tres cerraduras.

"Normalmente las cajas se utilizaban para guardar de todo: ropa, menaje, botes de mermelada... no se especializaron hasta después del gótico", apunta Morey. Algo similar sucedía con las estancias: excepto en las familias muy adineradas, lo habitual es que toda la vida se concentrara en un solo espacio polivalente. Los hogares más pobres tenían incluso la cocina en un rincón: "Era un espacio único donde se nacía, se cocinaba, se trabajaba, se dormía o se moría".

Junto a este espacio recreado, el Museu ha habilitado una sala de proyección donde pueden contemplarse vídeos con representaciones de cómo se vivía esta época en otras regiones y países.

Objetos que nos han llegado

En la planta 3 la exposición continúa con varios objetivos de la época que han sobrevivido hasta nuestros días. Varios de ellos llegan gracias a préstamos del Obispado y de la Seu. Por ejemplo, las únicas muestras de ropajes que pueden verse son religiosos: la gente de a pie llevaba atuendos muy sencillos y nadie se preocupó por conservarlos.

Esta parte de la muestra incluye todo tipo de elementos: del cantoral del S. XI con el primer documento escrito del canto de la Sibil·la; a joyas; un peine antipiojos (exactamente igual a los que siguen usando los padres hoy día) o una barchilla, con su sello del Regne de Mallorca, que se usaba como medida oficial en Sineu para medir los cereales que se comerciaban. La exposición permanente del Museu de Mallorca incluye muchas piezas del gótico mallorquín, incluidas en esta nueva exhibición sin moverlas del sitio: se plantea su relectura llamando la atención sobre ellas con unos sutiles marcos de madera.

Este trabajo sobre el mueble en la vida cotidiana del gótico llega diez años después de la muestra El moble a Mallorca. Estat de la Questió. Segles XIII-XIX, explica Kika Coll, directora insular de Patrimonio, quien avanza una inminente publicación sobre el estado de la cuestión del mobiliario gótico: "Es una deuda pendiente seguir profundizando sobre el mueble en Mallorca y recuperar su historia".