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Separación

Separación

Un estudio publicado en la revista Science por Aida Gómez-Robles, investigadora del Departamento de Antropología del University College de Londres (Reino Unido) aborda la cuestión de la última gran divergencia de especies en el linaje humano, la que separó a los neandertales de los primeros humanos modernos (nosotros, los humanos de ahora mismo, pertenecemos a la misma especie que nuestros ancestros protagonistas de aquella separación). Por lo general, el cálculo del momento en que dos especies divergen es muy difícil de hacer porque los fósiles inmediatamente posteriores a la separación son, como es natural, muy parecidos en una y otra rama. Ha transcurrido demasiado poco tiempo desde que las dos nuevas especies evolucionan acumulando cambios que no podrán pasar de la una a la otra salvo en esporádicos y excepcionales casos de hibridación. Como el registro fósil es, además, muy incompleto, las comparaciones tienen que hacerse entre los ejemplares disponibles, que no siempre son lo bastante informativos.

Comparar los genomas —lo que logra la "antropología molecular"— es una alternativa técnica tan reciente como prometedora. Pero tiene el inconveniente de que los abanicos temporales que se deducen de la comparación genética son enormes, determinando un rango de cifras (máximos y mínimos temporales para la separación) en el que entran de sobras todas las polémicas que la paleontología clásica ha ido planteando.

Gómez-Robles ha basado su estudio en las tasas de evolución del aparato dental que se obtienen analizando los ejemplares de la Sima de los Huesos de Atapuerca, tenidos por miembros de una cronoespecie de la que derivó, por evolución sin ramificaciones, el Homo neanderthalensis. La autora concluye que o bien las tasas de crecimiento dental de los ejemplares de la Sima de los Huesos —con una edad de 430.000 años— se aparta de todo lo conocido, alcanzado una rapidez insólita, o los neandertales y los humanos modernos tuvieron que separarse hace mucho tiempo; cerca de 800.000 años.

Es harto probable que sea así porque bastaría con que dicha separación hubiese afectado a las poblaciones implicadas: la africana, que conduciría a la larga a los humanos modernos, y la europea, que llevaría a los neandertales. Podrían haber sido aún miembros de la misma especie durante cientos de miles de años porque es la separación geográfica la que garantiza que no habría trasvase de genes entre ellas. Hasta que, siendo ya Homo neanderthalensis y Homo sapiens, se encontraron en el Oriente Medio y dieron lugar a hibridaciones de las que proceden los genes de origen neandertal que muestran los europeos, asiáticos, polinesios y americanos actuales, aunque no los africanos que permanecieron en ese continente. Sólo los humanos modernos viajeros se cruzaron en ocasiones con sus primos hermanos.

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