Suena Forever Young, en cualquiera de las infinitas versiones de Dylan, y sonríe Tomeu Penya. El incombustible músico, uno de los cantautores más valorados y queridos del panorama sonoro, cumplió el pasado mes de marzo 70 inviernos aunque en realidad él sigue sintiéndose un niño, siempre juguetón con la música. Con una mirada entre burlona y canalla, confiesa: "De los 69 no paso porque lo hago cada día y cada noche".

"Yo noto más la edad en los otros que en mí. Tengo la misma fuerza o más que antaño, la misma fuerza compositora, me refiero. Físicamente me encuentro perfecto -en 2007 tuvo que superar un tumor maligno en la laringe que le retiró de la bebida y el fumar- y siento que sigo siendo un niño. Me gusta el amor, componer, el deporte? Cada día hago jogging, una hora y media larga. Y nada de aplicaciones para correr. El móvil, solo para atender llamadas de amistades", espeta mientras bebe de una botella de agua en un céntrico bar de su pueblo natal, Vilafranca.

"Estoy otra vez en el mercado", anunciaba el músico el pasado verano en el transcurso de un concierto en Petra, en referencia a sus cuatro matrimonios y otras tantas separaciones. En el mercado musical, el bueno de Tomeu (Bartomeu Nicolau i Morlà, en su DNI) lleva presente desde los años sesenta, cuando comenzó su carrera enrolado en diferentes grupos de rock que se crearon a raíz de la explosión del turismo. "Con el boom, los músicos salieron como setas porque cada hotel tenía su grupo. Yo fui uno de ellos", recuerda. Con 15 años, la edad que tenía en aquel momento, no podía subirse a un escenario, al ser menor de edad, y aquello dio lugar a situaciones cómicas, como la que vivió en una sala de fiestas de Cala Millor, el Jai-Alai, en la que llegaron a coincidir en sus animadas noches hasta tres conjuntos. "El mío se llamaba Els Mallorquins, y cada vez que llegaba nuestro turno, yo tenía que entrar por la parte de atrás de la sala. Cuando acabábamos, lo mismo, puerta de atrás y a esperar encima de la moto de mi padre".

"Necesito tu amor" y "nunca más cierres los ojos cuando beso tus labios" son dos frases que Tomeu lleva tatuadas en su corazón, ambas extraídas de dos canciones de una de sus bandas de cabecera, The Righteous Brothers ( Unchained Melody y You've Lost That Loving Feeling). Si la emoción se apodera de él al hablar de música o amistades, algunas ya perdidas, como la de su añorado Paco de Lucía, sus ojos ganan en brillo al recordar a sus padres. "En mi primer recuerdo musical estoy encima de un carro, junto a mi madre, con el burro tirando. Venimos del huerto y yo aparezco cantando, supongo que canciones folclóricas o alguna de los Beatles, y mi madre escuchando". En su infancia, solo había dos emisoras de radio, "una pirata y la otra, de la Península. En una no dejaba de sonar Manolo Escobar y en la otra, los Beatles. Me pasaba todo el rato cambiando de una a otra". Al poco tiempo sus padres le llevaron a La Porciúncula, en Palma, donde estudió. "Para los niños de mi edad, de uno diez años, el solfeo era un palo. A mí me gustaba. Ahí me di cuenta que había nacido para esto", reconoce.

Tras colgarse su primera guitarra, su progenitor le puso a las órdenes de dos profesores, Toni Martí, en Manacor, quien le instruyó en la música clásica, y Rafel Jordà, que le empapó de jazz, blues y rock&roll. Tomeu Penya empezaba así a tocar a las puertas del folk. Medio siglo después, el músico de Vilafranca ha perdido la cuenta de las guitarras que tiene y desconoce con exactitud cuántos discos acumula, entre trabajos de estudio, colaboraciones, directos y recopilatorios. Sí se sabe de principio a fin el contenido de su última obra, R.D.I. Comunitat des Pla, un álbum que le ha costado sudor y alguna que otra lágrima. "Llega un momento en que no sabes qué escribir porque te crees haberlo escrito todo. Con este disco me ha pasado", confiesa. "Cuando pasó lo de las inundaciones del Llevant casi me muero. Tuve que expresar mis sentimientos, ayudar con una canción. Lo que pasó con Artur me tocó la fibra, muy dentro", y así surgió Recordant-te, una de las joyas de un cedé que presentará en directo en Palma el próximo viernes 24 de mayo, en el Trui Teatre.

A Tomeu se le puede encontrar en Vilafranca, todos los días, en cualquier lugar, según dónde le pille eso que otros llaman inspiración. "Yo solo creo en si vales o no vales. Y cuando vales, tienes que trabajar mucho. Yo nunca he estado sentado esperando a las musas. Siempre lo he conseguido trabajando. Más de diez horas diarias, sin dormir, paseando por el campo con la guitarra colgando y pensando, con el lápiz en el bolsillo, dejando la guitarra en el suelo y poniéndome a escribir, a veces arrancando a correr con la guitarra a cuestas hasta mi casa para que no se me vaya la idea musical. La inspiración son ganas de trabajar".