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Impactado (y algo perdido) por la metáfora

Kind

Teatro Principal

Compañía: Peeping Tom Creación e interpretación: Eurudike De Beul, Maria Carolina Viera, Marie Gyselbrecht, Brandon Lagaert, Hun-Mok Jung y Yi-Chun Liu

Vale la pena que, de vez en cuando, aterrice en el Palma una compañía de prestigio internacional para que aquellos que nunca van al teatro puedan gritar alborozados al acabar la función. Me gustaría preguntarles qué entendieron ellos de Kind. Porque más allá del postureo, reconozco que yo me perdí en la metáfora. ¿Eso es malo? No necesariamente; también me pierdo en los cuadros de Malevich y no pasa nada. Para empezar, supongo que cabe recordar que el espectáculo cierra la trilogía familiar de Peeping Tom, tras Padre y Madre, y que sigue la senda marcada por Gabriela Carrizo y Franck Chartier: teatro al límite, danza, a veces macabra y siempre impresionante, atmósferas oníricas, surrealismo y una escenografía que te atrapa desde que se alza el telón (Vi 32, rue Vandenbranden hace unos años y me dejó loco). Pero a todo eso hay que meterle historia, al menos un relato; y en este caso asistimos a un cuento en forma de delirio, muy bien hecho. Quizá Caperucita, con cazador y varios lobos, tal vez Alicia. A ratos fábula, naturalista, oscura; en ocasiones narración gótica, generalmente violenta, explícita. El mundo, opresivo, de los adultos, en decadencia, bajo la mirada de una niña, que ama, que odia, que mata, que desea, que grita, que canta (bellísima voz la de Eurudike De Beul) y que crece y madura, mientras todo lo que le rodea se transforma. Un sueño en el que es fácil desorientarse, o más bien una pesadilla que también podría haber firmado el Haneke más perverso, Lanthimos o Ulrich Seidl. Y aunque el balance entre expectativas-resultado pueda ser agridulce, cabe apreciar la apuesta del Principal por creadores que marcan tendencia en Europa.

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