En uno de los chascarrillos que a las pocas horas de saberse el resultado de la noche del 28 de abril, cuando se abrieron las urnas y el mapa de España se tintó de rojo, se veía a Bertín Osborne lloriqueando, tapándose la cara, y diciendo€ "eso pasa por dejar que voten las tías y los mariquitas". El mismo garrulo ha vuelto a Telecinco con nueva pero idéntica temporada. Lo tienen ahí desde el viernes. Pero ante el original, me quedo con la copia. Ha llegado un momento en que ni tres segundos soporto al pelanas. Qué más da a quien invite si el anfitrión es el mismo. El recibimiento, los aspavientos, la cocina y su bíblica torpeza -tiene cojones que en tantos años no haya aprendido a manejar nada, ni horno ni fuego, ni cuchillo ni abrelatas-, la escena del sofá, macho, qué pesadito. Así que, de nuevo, para hablar del formato corro a TV3 y me bebo sin respirar la imitación que los de Pòlonia hacen del memorable encuentro que tuvo con Casado, Rivera, y el otro, a los que dieron vida los actores Pep Plaza, que parece de verdad el gemelo del tío de las rancheras, David Marcé como líder del PP, Iván Lavanda, como Naranjito, y un Noé Blancafort que, de noche, y caracterizado, te da un chasco porque es clavado al que Norberto presenta como representante de "la derecha moderada", siendo los otros "el centro" -PP- y "el comunismo", o sea, "que aquí en mi casa tengo completo a todo el arco parlamentario", delirio que alcanza el cénit cuando el anfitrión les pide, ante los temas que va sacando para decidir su voto, que opinen sobre inmigración, feminismo, o Cataluña, advirtiéndoles que votará a "quien haga el peor pan con tumaca", que gana el tío de la mula porque, sin pensarlo, saca del cincho la pistola con la que dispara al pobre tomate. Está claro que al ritmo en que beben los cuatro hombretones, que han enseñado sus pechos para ver quién lo tiene más peludo, se han abrazado como los machos, y se han despatarrado en el sofá, lo que viene después es lo lógico, un polvo con los cuatro, encamados y risueños porque uno de ellos la tiene como un caballo. Resumo. Me da igual quien beba vino y se siente en el sofá del campechano. Esperaré a la versión de Pòlonia.

Gallifantes

A la misma hora, un anuncio arriba o abajo, La 1 emite algo parecido. Alguien hace una comida para alguien especial. La cosa, de la que hace una semana apunté que retomaría la idea, se llama Cena con mamá. Es un poco pastelazo, la verdad. Lo presenta la Jorge Javier Vázquez, la Carlos Sobera, la Jesús Vázquez, la María Patiño de TVE, o sea, Cayetana -la buena, no la hooligan cursi del PP catalán- Guillén Cuervo. El famoso que cocina para la madre está asesorado por Carlos Maldonado, que ganó Masterchef en su tercera edición. El resto, sin grandes novedades. Cayetana hace de entrevistadora cotilla para saber sobre la vida, obra, y relaciones familiares del invitado -Paz Vega, la primera, Lorenzo Caprile el viernes pasado, y Pastora Soler este-. El momento cumbre de Cena con mamá, el momento lágrima llega cuando Cayetana agarra la servilleta y limpia las perlas de su emoción, cuando él o ella leen una carta a la madre agradeciéndole lo mucho que ha hecho por ellos, lo poco que le han dicho que la quieren, lo poco que se ven. Cena con mamá dura más de dos horas. La productora Shine Iberia, la misma que Masterchef, no baja de ese minutado, así que, como el tostón del macho cantante que se jarta de vino y atiende a sus invitados como si siempre estuviera piripi, esperaré a que los de Pòlonia imiten el formato y me cuenten la historia en versión titular. Si además no acabas de hacer muy buenas migas con el famoso de turno, como me pasa con el arisco Caprile, no paso la prueba ni de coña. Por cierto, qué pasa cuando un formato de hoy es el formato de hace 30 años pero no es lo mismo. Hablo de Juego de niños, que al fin, después de una vida anunciándose en la pública, llegó el sábado a La 1, y lo hizo con el mismo presentador, Javier Sardá, e idéntica mecánica, o sea, nenes tratando de definir una acción, una cosa, un personaje, sin nombrarlo. Pues pasa que te lo pasas bien viendo los aciertos y errores del famoso, Miguel Ángel Muñoz y Berto Romero los primeros, que ha de adivinar lo que los niños explican, y de verdad que son muy divertidos. Lo eran hace 30 años y lo son hoy. Sus caritas, su libre despiporre, su frescura mental, la libertad sin trabas. Buena opción para la noche del sábado, si es que no tiene nada mejor hacer que esperar a ver quién gana los gallifantes del programa.

Laca milagrosa

Los Javis, esa túrmix de ideas, no sólo han caído en gracia sino que han sabido exprimir lo bueno que les ha dado la vida, y Paquita Salas sabe olisquear eso que podría ser el pescado antes de que se pudra y huela. Javier Ambrossi y Javier Calvo sacaron en los momentos finales de su segunda temporada, en Netflix, a una siempre a punto de hedor Terelu Campos, igual que hicieron con otros fiambres como Pajares, Ana Obregón, o Lidia San José. ¿Con qué me quedo, con la señora real que se enfada en el plató de Sálvame, monta pollos de intensidad variable, vende sus operaciones en el mercadillo de la casquería, o con la Terelu de ficción que se han inventado los Javis? Sin duda, con la copia, que vuelve como una estrella a Paquita Salas en su tercera temporada. Y como me quedo sin papel y aún no ha aparecido otro de los perdedores, si no el más gordo, de la noche del 28 de abril, meto corriendo al que todo lo puede, al original y a su copia. ¿Dónde está Aznar, a qué país oscuro y frío se ha ido? ¿Qué fue del fanfarrón, del bocazas? Y en estas va y se va Pitita, señora tan lacada que veía a la Virgen, cree uno que por los efluvios de nubes tan densas. El original es tan potente que toda copia sería grosera. Así las cosas hay que terminar a lo grande. Jorge Javier Vázquez vale para todo, para ser picante con la Pantoga y para apoyar a Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid saltando de Sálvame a Todo es mentira dejando claro que el original, Telecinco, se ha hecho con la copia, Cuatro. Y no, la copia tampoco me gusta.