Ricky Merino, quien en una semana exacta se estrenará como miembro del jurado español de Eurovisión 2019, pone este mismo viernes punto y aparte a su etapa como exconcursante del exitoso Operación Triunfo 2017 con un concierto en el que dará a conocer un nuevo sencillo, preámbulo de su cercano primer disco.

Con él arrancará su show en la sala Shoko de Madrid, un espectáculo para el que no quedan entradas y en el que, en compañía de algunos excompañeros como Agoney y Nerea, volverá a interpretar los temas que cantó en el concurso. "En parte porque sé que a la gente le apetece que los haga, pero también como despedida, porque sé que dejaré de cantarlos cuando salga el álbum", explica.

Merino (Palma, 1986) se guarda hasta esta noche el título del nuevo tema, el segundo de su carrera desde su salida de OT 2017 tras Miénteme, con el que coincide en "sus reminiscencias ochenteras", no así en el videoclip.

Esta vez este licenciado en Comunicación Audiovisual que afirma que no puede evitar pensar en imágenes ha concebido una "propuesta objetivamente más sencilla", no tan "ambicioso" como aquella primera producción dirigida por su amigo Javier Giner en la que se atrevió a introducir a los espectadores en una orgía a lo Eyes Wide Shut.

Esa capacidad para diversificarse, que le llevó a participar recientemente como colaborador en el programa Zapeando y a copresentar El chat de Operación Triunfo 2018, llevó a muchos a plantearse cuál era la importancia real de la música en su vida.

"La música es lo principal, la línea horizontal que recorre todo, y ha sido así desde antes de OT. Mis facturas las pagaba cantar en hoteles y en musicales. Pero no puedo evitar que de ahí salgan otras líneas", explica.

Merino ha conseguido ser así uno de los exconcursantes del programa con mayor presencia mediática, pese a haber sido expulsado a mitad de programa, como sucediera en la primera edición con Natalia.

"Salimos en el mismo puesto, como me recordó ella misma. Lo de la presencia mediática se consigue moviéndose uno mucho. No te puedes permitir parar. Por eso decía a todo que sí: ir a los Goya o a Eurovisión de reportero, acudir a un programa como sustituto del invitado previsto... No puedes quedarte en casa esperando a que te den otra oportunidad", asevera.

Reflexivo, paciente, aplicó esa misma lógica a la preparación de su debut discográfico. "Tenía claro que no iba a grabarlo a la vez que otros compañeros. Hace un año sabía que no era la prioridad de Universal, aunque estuvieran interesados, así que les propuse irme al estudio de un amigo a componer mientras tanto, sin esperar que un productor llamase a mi puerta", cuenta.

Será probablemente "para finales de año" cuando este álbum que aún se está componiendo podría estar listo, el sueño de "un romántico que sigue comprando discos" y que ansía ver el suyo en las estanterías de las tiendas.

Mientras tanto, sigue presentándose a todo tipo de cástings. "Hasta Penélope Cruz los tiene que hacer", subraya Merino, que ha aspirado en los últimos meses a participar en musicales como Fama, El jovencito Frankenstein o Ghost.

Y el próximo viernes, este "eurofan" confeso y orgulloso cumplirá "uno de los mayores honores" que le han hecho en los últimos años, participar en Eurovisión como jurado, en este caso en nombre de España junto a Sole Giménez, entre otros.

"Me sé todos los temas, he visto los videoclips... Estoy un poco condicionado, pero solo juzgaré lo que vea, guiándome por un criterio puramente artístico y de gusto personal", promete este artista que, por un contrato de confidencialidad, tiene prohibido pronunciarse sobre sus preferencias.

Sí puede hablar del único concursante al que no puede votar, el español Miki Núñez, que interpretará la festiva La venda. "Ha habido otros años en los que el cómputo general de temas me parecía más potente y, como La venda es buena, creo que este año España va a destacar", apuesta.