Diario de Mallorca

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Crítica de Cine

Oveja negra

El Bailarín

Rivoli, Ocimax

Reino Unido, Francia, 127 minutos Director: Joseph Fiennes

Actores: Oleg Ivenko, Ralph Fiennes, Adele Exarchopulos, Louis Hoffman

La tercera incursión de Ralph Fiennes detrás de la cámara recrea la juventud de Rudolf Nureyev y su defección a Occidente en 1961. El guion de David Hare (Las horas, The reader) alterna bien las tres líneas temáticas que ofrece la biografía del bailarín. Su talento profesional y su personalidad, su homosexualidad, y su apostasía del régimen comunista. De esas la primera es las mejor tratada, profundizando en las zonas grises del talento artístico. En cualquier disciplina, el arte puro está siempre un paso más allá del dominio de la técnica; y ese paso logran darlo muy pocos. Alexander Pushkin (Fiennes), su tutor en la época clave, lo resume en una pregunta nada sencilla, Para qué sirve la danza?. Además alcanzar la cima exige mucha ambición, no pocas veces esposada con un ego, un narcisismo, desmesurados. ¿El talento y el origen muy humilde de Nureyev obligan a perdonarle su chulesco carácter? Respecto a hormonas y feromonas, se incide más en sus devaneos con la mujer de Pushkin y la amistad con la francochilena Clara Saint que en su homosexualidad, lo que ha provocado algunas quejas (straightwashing, variante sexual del blanqueo étnico) del colectivo LGTB. Críticas algo fundadas y a la vez debatibles. La trama política, por último, es un panfletazo anticomunista solo digerible por los que piensan que todo occidente es Arcadia. Si el guion ofrece luces y sombras, la realización es más homogénea. Buena fotografía y ritmo de cámara aunque a veces (secuencia del aeropuerto) se evidencia el limitado presupuesto. Y en las actuaciones, acierto de Fiennes al elegir a un bailarín (Ivenko) en vez de un actor doblado en los números artísticos.

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