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Crítica de cine

Besos, vino moldavo y rock & roll

A principios de los 80 los escasos músicos de la confederación soviética que intentaban tocar rock & roll, pop, o incluso folk estaban amordazados por la censura de los comisarios culturales comunistas. Entre los pocos que lograron grabar discos y actuar en fiestas privadas o vigilados locales estuvieron Maik Naumenko o Viktor Tsoi. La película narra cómo Naumenko apadrinó a Tsoi en sus primeros pasos y una fugaz infidelidad de la mujer del primero.

El filme es irregular. La música y las peripecias de esos artistas ofrecen el mismo aliciente a un occidental que la Movida madrileña a un ruso o un chino. No se hurga apenas en la represión cultural del régimen comunista. E incluye novatadas que rozan lo pueril (los videoclips de temas occidentales con efectos de cómic, el personaje hablando a cámara, el homenaje a La Rosa púrpura de El Cairo). Se compensa con lo pegadizo de esos temas (Psycho killer, The passenger) y la versión más seria de All the young dudes en una fiesta privada, secuencia con mucho duende. También acierta el director con el blanco y negro (salvo excepciones) de la fotografía; y en la trama personal. El trío de actores protagonistas dan el tipo y la talla, el existencialismo de Maik (Bilyk), la belleza que quita el hipo de Natalia (Starshenbaum) y el aplomo oriental de Viktor (Yoo). Ese triángulo amoroso, la resignación de Maik sin dejar de ayudar a Viktor cuando su mujer le confiesa su atracción por el otro músico; la contención, el respeto de los otros dos, es ejemplar en sensibilidad y autenticidad. Resumido, más que curioso docudrama musical, agradecido contrapunto a Bohemian Rhapsody.

Leto

CineCiutat

***½

Nacionalidad: Rusia, 126 min.

Director: Kirill Serebrennikov

Actores: Teo Yoo, Irina Starshenbaum, Roman Bilyk, Nikita Efremov.

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