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A tiro

Liketeratura

La cultura está viviendo uno de los momentos de más autobombo de su historia. La "gente de la cultura" ha decidido fotografiarse día sí y día también para entronizar su ego, su yo, su importancia social por encima de sus obras, quedando éstas supeditadas a la imagen personal proyectada. Ya no importan los libros (o cuentan menos), ahora importan los escritores. Son los nuevos ídolos. Hay un dream team que se inmortaliza con sus fans cada Sant Jordi firmando ejemplares como si rubricaran balones o camisetas de su equipo. Una maquinaria perfectamente engrasada con la ayuda de los medios (encantados de tener en sus manos un nuevo juguete con el que cosechar clics) y una red de afines en capilla que buscan lo mismo: exposición pública, gustar y congeniar desde lugares muy distintos al que debería ocupar el escritor; a saber, una atalaya desde la que molestar al poder y cuestionar las normas sociales establecidas por él. Es la era de los escritores rendidos al marketing digital (el comercial no es el único poder al que besan los pies), convertidos en grandes vendedores que buscan la empatía popular, directa y sencilla, husmeadores del like.

Sabíamos que este nuevo paradigma de la cultura estaba ahí, cociéndose, cerca, en alguna parte, pero todavía no teníamos en Mallorca el buen ejemplo que necesitábamos para corroborar su definitiva implantación. Este Sant Jordi lo hemos tenido en Palma: la escritora Laura Gost tiene algo de esto que acabo de explicar. Paradójicamente, comparte podio de los más vendidos en Palma con José Carlos Llop, lo opuesto a la escritora poblera. Un paradigma nuevo en liza con otro viejo. Y, mientras, arde Notre Dame. Quizá no estaríamos hablando de todo esto si no se hubieran levantado dudas sobre el primer puesto ocupado por Gost, notificado por comunicado oficial del gremio de libreros. No todas las librerías fueron consultadas (Llibres Ramon Llull ha dado la voz de alerta) y en algunas de ellas el suyo no fue el libro más vendido. ¿Por qué no se contabiliza con exactitud el número de ejemplares despachados de cada título a la hora de hacer pública la lista? Si existe esa contabilidad, ¿quién la controla? Los medios nunca hemos accedido a ella.

Más allá de analizar las virtudes o defectos de la novela de Gost (éste es el campo de la crítica) y examinar el modelo (no del todo metódico) de confección de listas en Sant Jordi, lo que me interesa es este nuevo fenómeno por el que discurre la cultura.

? Esta inversión de esfuerzos del influencer cultural en el capital de seguidores y potenciales followers es fruto de una pérdida de autoridad de las obras, del discurso y del volumen impreso. Es la visión del libro como material de promo del yo. Un nuevo modelo que no es democrático (ha quedado demostrado que internet no lo es, detrás de cada nuevo producto hay poderes) y que muestra el rumbo hegemónico que están tomando las industrias culturales.

No exagero si digo que el mejor gestor de comunidades digitales llegará a ser reconocido como el mejor artista/escritor/ músico, entendiendo "mejor" como el más vendido o seguido. El talento y la obra están siendo desplazados por otras aptitudes.

Preocupa que ya no haya enfrentamientos en la cultura acerca del contenido de las obras, su ética o estética, algo que empobrece seriamente la creación, y el panorama quede resuelto en torno a qué liga o camarilla perteneces o si te has sumado ya o no (si no lo has hecho, ¿a qué estás esperando?) al nuevo patrón en el que Elvira Sastre marca la pauta: el de la rentabilidad generada a través de la actividad electrónica. La liketeratura.

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