La cultura lleva vots però no en dóna. No conozco el origen de esta afirmación que circula sistemáticamente en campaña electoral. Supongo que es una de esas frases de advertencia de los asesores o de las voces decanas de los partidos. El caso es que si la tomamos por cierta, la maquinaria para no perder votos y conseguir reeditar el pacto de izquierdas también va a todo gas en materia cultural. La máquina va tan forzada, diría yo, que lo único que denota es una desesperada debilidad del proyecto defendido en estos últimos cuatro años.
Se ha presentado un Institut d'Indústries Culturals sin apenas estructura de funcionamiento y esta semana se ha puesto la guinda a las presuntas políticas de participación de Govern con la constitución del Consell de la Cultura.
No sé si lo que pretendían es un anuncio feliz como los de Coca-cola, pero la información que se desprende de momento de este órgano asesor del Ejecutivo en materia de políticas culturales es para echarse las manos a la cabeza. La presidencia la ostenta la propia consellera de Cultura (¿la presidenta se asesora a sí misma?), la lista de vocales de nuevo ingreso son a propuesta de la conselleria también (¿donde está la posibilidad de ser un ente cien por cien emancipado?) y en el apartado sindical se echa en falta alguien bregado en las problemáticas de los trabajadores culturales. Preocupa (y mucho) la absoluta y descarada ausencia de algún tipo de representación de los equipamientos públicos culturales: museos, archivos y bibliotecas, la base de todo sistema cultural nacido de la socialdemocracia. Así como la escasez de voces disidentes o antitéticas que puedan enriquecer el debate. Directamente, hay asociaciones (¿por qué todo ha de vehicularse a través de ellas?) que han dado la callada por respuesta ante la sensación de estar frente a un "club de afines" y otras están meditando enviar "una carta de protesta" a la presidenta de este nuevo cenáculo cultureta que ojalá pueda tener en el futuro muchos gestos de independencia con sus sabias recomendaciones para los futuros políticos.
En Cort también han puesto toda la carne en el asador: 80.000 euros por una exposición del director de arte, escenógrafo y músico Toni Socias en el Casal Solleric. El apunte no va en absoluto contra su figura. La cosa está en el montante y en el momento en que se presentará: mayo. ¿Qué presupuesto dedicado a programación quedará para el resto del año? ¿Quedará saldo para las convocatorias públicas de exposiciones?
