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A tiro

Retorno social

Esta legislatura que dejamos atrás ha aportado en material cultural un buen puñado de conceptos demagógicos cuyo significado final ha sido manipulado y tergiversado. Uno de ellos ha sido el cacareado "retorno social". Cualquier acción cultural impulsada desde las instituciones ha venido acompañada acríticamente por la expresión "retorno social". "El Fira B! tiene un enorme retorno social; el Institut d'Indústries Culturals tendrá un enorme retorno social; la inversión del Impuesto de Turismo Sostenible en parques prehistóricos tendrá un enorme retorno social; Can Ribes, otro equipamiento con un notorio retorno social", y así hasta el infinito. ¿Qué entienden por retorno social las instituciones? ¿Sobre qué indicadores apuntalan estas afirmaciones? ¿Cómo lo han medido? ¿Y lo más importante: de qué manera se han originado todos y cada uno de esos proyectos? ¿A partir de analíticas rigurosas del retorno social, de demandas sectoriales, de entrevistas con los ciudadanos, de estudios sobre la incidencia de estos proyectos en el tejido urbano, la educación, la salud, el medio ambiente o la cohesión social? ¿No mejorarían -o se descartarían incluso- algunas de estas propuestas si se analizara seriamente qué entendemos por "retorno social"? ¿No mejorarían significativamente algunos de los equipamientos públicos si tuviéramos indicadores para medir el "retorno social"? Me temo que a muchos no les interesará definir y desmenuzar este concepto. ¿Hablarán sobre ello el Consell de la Cultura y el Observatori de la Cultura?

De momento, no tenemos datos estadísticos sobre las acciones de las políticas culturales. Lo que sí hay son hechos: cesión de espacios públicos a empresas privadas sin que medien unas bases donde se regulen ciertos aspectos y se acote qué entienden por "retorno social"; retrasos de meses en los pagos de subvenciones a los creadores y emprendedores culturales, acentuando la brecha de la precarización entre los que tienen capacidad financiera para hacer frente a las demoras y los que no, expulsando a estos últimos del sistema de dádivas que se ha construido; xeremiers sin pagar en el Parlament; un Museu de Mallorca con escasa o nula presencia en el debate público; Can Oleo convertido en photocall cultura; exposiciones de cierre de legislatura por 80.000 euros, o la invención de una marca llamada Palma creativa... Es deshonesto pronunciar el concepto "retorno social" cuando has vaciado la cultura de sus valores éticos y mercantilizas los recursos culturales comunes.

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