Crítica de teatro

Cuento moral sin moraleja

Rafa Gallego Palma

Concurren asuntos de Brecht en una de las obras más peculiares del autor, la más religiosa quizá. Temas y recursos marca de la casa. El bien y el mal en una dialéctica que avanza las derivas del nazismo, en auge -se escribió y se estrenó entre 1938 y 1942- y subraya la crítica a un capitalismo en pleno desarrollo. Ahí está la ambición desmedida del aviador (muy bien Carreras), la usura, el parasitismo, la ingratitud, la solidaridad entre iguales -de clase, tal vez- y la bonhomía en un mundo feroz, hostil y hostigador, de Gomila -impecable y jugando en casa en el papel del aguador- y de Clara Segura, espectacular. Cuestiones que dan forma a una fábula de contenido moral, casi mística también, pero sin pretensión de aleccionar. No ha conclusiones ni moralejas explícitas y sí invitaciones a un cierto optimismo. Andamios brechtianos en el 'qué', mimbres de cuento y caricatura en el 'cómo' y, por supuesto, el distanciamiento de casi siempre en una obra fecunda e inteligente (China cómo contexto geográfico, los dioses cómo elementos fantásticos o el discurso final, por ejemplo). Cemento armado sobre el papel que le sirve a Broggi para volver sobre el teatro grande -en dimensión y en ambición-, con una escenografía que atrapa, con trucos que siempre sorprenden y de nuevo con la música en directo de Joan Garriga -continúa el idilio entre el director y el trovador, carismático- como uno de los principales reclamos del montaje. Huelga decir que el Auditori de Manacor estaba lleno para apreciar más de tres horas de buen teatro.

La bona persona de Sezuan

Teatre de Manacor

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Autor: Bertolt Brecht

Dirección: Oriol Broggi

Intérpretes: Clara Segura, Toni Gomila, Joan Carreras, Míriam Alamany, Jordi Figueras, Mercè Pons, Albert Prat, Clara de Ramón, Marc Rius, Xavier Ruano, Ramon Vila y Màrcia Cisteró.

Músicos: Joan Garriga, Rambo, Marià Roch y Madjid Fahem.

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