Júlia Truyol (Palma, 1987) confiesa que el tiempo que ha estado en la Kompanyia Lliure le ha servido de trampolín para más proyectos. Y para un reconocimiento. La intérprete mallorquina de 31 años recibió la noche del pasado lunes el Premi de la Crítica a la mejor actriz de reparto por El temps que estiguem junts, de la extinta compañía joven del teatro barcelonés. "Es un proyecto ideado desde el Teatre Lliure dirigido por Pablo Messiez. Un montaje que se adecuó mucho a los actores del grupo y que fue fruto de una suerte de laboratorio de creación", relata la actriz.

Después de diez días de concentración con los intérpretes, el director regresó con textos y monólogos sueltos a partir de los temas sugeridos en dicho intercambio. "El espectáculo resultante cuenta con dos tramas que se alternan: un grupo de gente que hace quedadas para hacer ejercicios de relajación y compartir pensamientos y emociones. Y la historia de una pareja que se muda. Lo común entre ambas historias es el espacio: una casa", detalla Truyol. "Es una alegoría y un canto sobre el tiempo que se comparte y la calidad de éste", explica. "Y una excusa también para hablar de otros temas como la muerte o la maternidad", agrega.

La mallorquina encarna a la persona que organiza los encuentros y las sesiones grupales. "A lo largo de la obra, no se sabe muy bien qué le pasa porque no lo explica. Pero al final se acaba entendiendo perfectamente que ella es la más necesitada de todos los que se juntan para hacer terapia", señala.

Truyol estudió con Leona di Marco en Mallorca. En Barcelona se graduó en el Institut del Teatre. Pronto impulsó con un grupo de amigos la ya consolidada compañía La Calòrica, en la que también están los mallorquines Joan Yago y Esther López.

La isleña lamenta que la Kompanyia Lliure acabara por disolverse el pasado diciembre, a raíz de la polémica por la salida de Lluís Pasqual del Teatre Lliure. "Tenía que seguir hasta junio en este proyecto, pero no ha podido ser", lamenta. "No llegué a trabajar directamente con Pasqual, pero todas las actrices tuvimos la sensación de que estábamos en segundo plano por los proyectos que quería poner en marcha", indica. "Andrea Ros, la chica que denunció al director en Facebook, era compañera mía", indica.

"Yo no tuve ningún problema con Pasqual -aclara-, pero su gestión con esta compañía joven no la acabamos de comprender. Nos dio la sensación de que no éramos prioritarios para el teatro", continúa. "Es un gran director. Da pena que por no hacer un poco de autocrítica las cosas hayan acabado así", opina.

Truyol reconoce que el mundo del teatro "es precario". "Se ha de tener presente que es así. Es un trabajo muy inestable. Por ejemplo, en el caso de La Calòrica, financiar todo el grupo es muy complicado. También acceder a los grandes teatros. Al final sólo están en éstos los de siempre porque supongo que se quieren asegurar la venta de entradas. Con la Calòrica vamos a cumplir diez años de proyectos y vemos que es imposible llegar a los grandes auditorios. Ya tenemos quemadas las salas alternativas. Vemos también que nos han puesto un poco la etiqueta de jóvenes emergentes cuando en la compañía ya hay personas de 40 años", reflexiona.

Para el próximo Festival Grec, la actriz tiene un proyecto que dirigirá Sílvia Munt, Casa de nines, segona part, de Lucas Hnath.