P Hace una salutación al lector donde explica qué es El llibre del mercuri

R Es una copia de Borges. Borges siempre que hacía un libro escribía un pequeño prólogo. Mira por ejemplo el pequeño prólogo que hizo a Elogio de la sombra donde dice "yo busco no la sencillez, que no es nada, sino la secreta complejidad". Es una maravilla que te da una serie de claves. Y, bueno, yo soy pedante porque he aprendido muchas cosas y las necesito compartir (sonríe).

P ¿Por qué regresar a sus tres primeros poemarios?

R Porque son una unidad y muchos poetas jóvenes me lo decían y comentaban. Tienen la misma estructura de la Divina Comedia. Falta el poema cien. El poema cien está escrito, pero ya en De Bell Nou. Lo releí mucho y decidí no incluirlo porque todo final es un principio. Y éste es más principio que final. Va en otra dirección. He preferido acabar el libro con la Venus de Willendorf, que está dedicado a mi mujer.

P ¿Cuándo se dio cuenta de que en la ciencia había una vía para hacer poesía?

R En estos tres libros hay un pensamiento científico en los aspectos emocionales, emotivos y casi místicos. Éstos no se ponen nunca en un trabajo científico, porque no se pueden poner. Un trabajo científico ha de tener un solo sentido. Sí se pueden encontrar artículos en los que alguien sí lo haga, como Frank Albert Cotton. Hizo una obra extraordinaria sobre los clústeres, dónde narra que él se sentía como un cazador de mariposas. Y también tiene una descripción fantástica para definir la fluxionalidad. Te cito una máxima filosófica magnífica de él: "Cuando todo lo posible es falso, entonces lo imposible es la realidad". Pero esto se lo puede permitir él. Ni tan sólo los discursos de aceptación de los premios Nobel científicos tienen momentos líricos.

P ¿No ve separación entre poesía y ciencia?

R No hay ni ciencias ni letras. Esto la cultura anglosajona lo tiene muy claro. Por ejemplo, está la familia Huxley: el abuelo, catedrático de Oxford, defensor de las ideas de la evolución de Darwin. Luego está Aldous Huxley, el escritor, filósofo de la ciencia. Y luego Andrew Huxley, el "tonto" de la familia, premio Nobel de Medicina. Esta tradición no la tenemos nosotros. Y no sé a qué se debe: supongo que a un exceso de retoricismo. Aunque hay excepciones. En castellano, por ejemplo, podemos citar a Salvador Rueda, que es el padre del modernismo y tiene poemas de tipo científico. Y en castellano está L írica de cámara, que es el gran libro de Gabriel Celaya. En catalán está Gabriel Ferrater, que en Teoria dels cossos se refiere a los cuerpos de la matemática. Yo escribo en catalán por culpa de leer Teoria dels cossos de Ferrater. De facto, Iniciació a la química está dedicado a él. La poesía y la filosofía empezaron juntas con los presocráticos. El problema es que a partir de un cierto momento, esto es algo que cuenta muy bien Robert Graves, hubo una escisión. En la época de Alejandro Magno se puso de moda el poema didáctico, como Phaenomena, de Arato. Después nos encontramos en la civilización romana con Lucrecio, el maestro de Virgilio, y su De rerum natura. Las Geórgicas de Virgilio es un tratado de agricultura. Esta tradición se perdió en cierta medida y quien la recuperó en el mundo occidental es Goethe. La cultura española es quizá la que más la ha perdido. La anglosajona la mantenido más viva. Por ejemplo, Shelley, Coleridge o Wordsworth eran amigos de Humphry Davy, quien aisló el sodio o el potasio.

P ¿No se siente un outsider

R No lo soy. Hay más gente así. El Papa actual, por ejemplo, es químico. Se nota mucho que lo es. Cuando habla lo hace de una manera estructurada. La formación científica se nota inmediatamente. Yo siempre digo que la Química no te crea o moldea el carácter, te deja libre, te da libertad.

P ¿ Qué tienen que ver los hallazgos de la poesía con los hallazgos de la química?

R Siempre va todo mezclado. La ciencia y la poesía son acción-creación. La creación científica y la poética son muy similares. Volvemos a los presocráticos. Pero pienso que es el poeta el que hace al científico, no el científico el que hace al poeta.

P Usted es uno de esos poetas que mantiene el contacto y ejerce cierto maestrazgo sobre los jóvenes. ¿Por qué?

R Me interesa la poesía y una de las cosas que he aprendido con la edad es que la vanidad no sirve para absolutamente nada. Yo me acuerdo mucho de lo que me decía Llorenç Moyà: has de mirar la palabra, después has de buscar que no haya corruptela, has de mirar la etimología y después la has de escribir como toca. No escribas nunca una palabra que no hayas oído antes. Lo primero que un escritor debe hacer es escoger sus propias palabras. Y yo tengo obsesiones. En cada libro hay una palabra que se repite más que otras. Y entre libro y libro has de limpiar los pinceles.

P ¿Cómo se escribe un poema?

R No lo sé. Has de ser capaz de aguantarlo leyéndolo cien veces. Y a ser posible en voz alta. Si tú no lo aguantas, no lo publiques.