El guitarrista Rafael Aguirre (Málaga, 1984) es un músico de renombre internacional, que deslumbra virtuosismo. Actúa con regularidad en salas de prestigio internacional como el Carnegie Hall de Nueva York o el Konzerthaus de Viena. El Auditòrium de Palma se abrirá este jueves a las 20 horas al guitarrista malagueño que por primera vez actúa junto a la Orquestra Simfònica de Balears. "Estoy impresionado de ver la temporada de la Simfònica. Es de una gran calidad. Es envidiable", remarca Aguirre que repetirá el concierto el viernes en el Auditori de Manacor.

Asegura que el público le inspira y que elige el programa teniéndolo en cuenta. ¿Por qué ha elegido Nocturno de Andalucía

Nocturno de Andalucía de Lorenzo Palomo es una obra que aún no es muy conocida por el gran público pero es una de las mejores piezas que se han escrito para guitarra y orquesta. Si uno la compara con el Concierto de Aranjuez, que es la obra más famosa para guitarra y orquesta, Nocturno de Andalucía es el doble de larga y tiene casi el doble de orquesta. Es un acercamiento más sinfónico de lo común y me parece una obra que va muy bien con el idioma de la guitarra que está tan ligado al lenguaje flamenco. Es muy interesante, novedosa y atractiva para el público.

La guitarra está más ligada al lenguaje del flamenco. ¿Por qué es importante ofrecer todas las caras de la guitarra española ligándola a un contexto sinfónico?

La guitarra tiene una particularidad: es el instrumento más tocado en el mundo. Es el más versátil que existe. En el terreno de la música clásica, la gente no tiene un concepto muy claro de qué es capaz de sacar la guitarra. Toco otros estilos pero es lo que intento transmitir en mis conciertos. Intento mostrar esa parte. Es como si, de repente, a la guitarra la vistieras de Chanel, le dieras una imagen más refinada. A nivel técnico es muy difícil sacar esta cara porque es un instrumento que se creó para acompañar a la voz humana. Cuando la vistes de Chanel, la guitarra empieza a tener texturas musicales más complejas y la gente se sorprende de lo bonito e interesante que puede llegar a ser.

¿Cuál es la mejor forma de educar al público?

Es muy sencillo. Hay que darle la máxima calidad posible. No creo tanto en la cantidad, más vale ofrecer pocos conciertos y buenos porque es el atajo y el camino más rápido para que la gente se cree un gusto musical propio. La temporada de la Simfònica es impresionante de calidad, de intérpretes, de directores, de repertorio€ El hecho de que estén programando esta obra de Lorenzo Palomo es una apuesta muy valiente. Es una suerte para toda la gente que vive en Mallorca.

¿La guitarra todavía es un instrumento incomprendido en los círculos sinfónicos grandes?

¡Sí! La guitarra tiene esta dualidad: a todo el mundo le gusta pero en determinados ámbitos, al no haber tenido compositores que hayan escrito para guitarra, se la excluye un poco. Ante eso siempre he intentado educarme musicalmente en la gran tradición clásica e intentar entrar y mostrarle a la gente desde esta filosofía porque creo que hablándoles en su idioma es la forma más rápida de mostrarles lo que la guitarra es capaz. La guitarra es capaz de muchas cosas.

Hace 25 años que empezó a tocar. ¿Qué le enamoró de la guitarra?

No lo suelo decir pero cuando era pequeño la música clásica no me gustaba mucho. Me parecía muy difícil de escuchar y ahora no puedo vivir sin ella. Realmente me costó. Lo que tiene la guitarra es esa cercanía de su sonido, que no exige que te concentres demasiado para apreciarla. Gracias a eso creo que es una puerta muy interesante para llegar a gente que cree que la clásica es complicada de escuchar. Su sonido es tan familiar que les puedes entrar más fácilmente que con un piano o una sinfónica tocando un Stravinsky. Hace 25 años me enamoró su sonido pero tuve un momento de revelación espiritual cuando tenía ocho años. Escuchando una grabación de guitarra de Narciso Yepes, sentí una conexión casi familiar, como si en otra vida ya hubiera sido guitarrista. Sentir esta familiaridad con el instrumento me enamoró.

El 2 de abril estará en el Teatro Real de Madrid con un doble concierto del maestro Rodrigo: El concierto de Aranjuez yEl concierto de Aranjuez Fantasía para un gentil hombre

Va a suponer un antes y un después en mi carrera, en mi vida personal y a nivel emocional. Me hace mucha ilusión. También por el repertorio porque son los dos conciertos para guitarra más famosos de Joaquín Rodrigo. Es una música que cuando era niño escuchaba como las niñas escuchan a Alejandro Sanz o Pablo Alborán. Me aprendía las notas de memoria y ahora poder tocar esas piezas en el Teatro Real es un sueño que se cumple.

Es el embajador de la guitarra española en Oriente.

Me gusta mucho tocar allí porque tienen otra percepción de la música clásica. Me gustan todos los tipos de música. En mi casa tengo una ensalada musical pero aquí cuando hablo de música clásica con mis compañeros de colegio, de instituto o de universidad lo ven como algo antiguo, pasado de moda. En Corea pasa lo contrario. Cuando uno pone la televisión y ve una serie de adolescentes, sale mucha música clásica de fondo. Recuerdo aterrizar por primera vez en el aeropuerto de Seúl y poner un concierto de violonchelo. Allí lo ven como algo moderno y nosotros lo vemos como algo antiguo. Es muy interesante este experimento casi sociológico. Por eso me encanta tocar en Japón y en Corea. Ahora seguramente también debutaré en China. Me gustan porque son muy cariñosos y entusiastas. Te piden autógrafos, fotos€

¿Se siente como una estrella del pop?

No sé si como una estrella del pop pero es cierto que se me acercan a pedirme un autógrafo con mucho nerviosismo. Es un público muy entusiasmado. En agosto volveré a Japón y también estaré en febrero del año que viene.

¿Cómo cambiar esta visión de la música clásica, sobre todo, para atraer a público joven?

Metiendo una nota de humor haría la técnica del jamón que es la que hizo mi padre conmigo. Fue muy listo. Yo ya había terminado mis cinco años de solfeo pero costaba que la música clásica me entrara. Cuando era pequeño, mi padre me llevaba a la temporada de la Orquesta Filarmónica de Málaga. Interpretaban a Ígor Stravinsky. Yo me aburría mucho pero tenía que hacerlo porque mis padres querían que tuviera una educación musical. Cuando salíamos del teatro, mi padre me llevaba a comer el mejor jamón ibérico de bellota del mundo. Al siguiente concierto, cuando empezaba a aburrirme ya pensaba en el jamón. En aquel entonces tenía 11 años y mi hermano, 13. Años después cuando estudiaba en Alemania, mi hermano vino a verme. Actuaba la Filarmónica de Viena e interpretaba a Stravinsky. Me gasté todo el dinero para invitar a mi hermano. Recuerdo a mi hermano enseñarme cómo se le puso la piel de gallina. La semilla que plantaron mis padres germinó diez años después. Eso es la técnica del jamón. Como decía Manuel de Falla la música no está hecha para entenderla sino para sentirla. Hay que encontrar la conexión emocional con la personal porque nunca es tarde para enamorarse de la música. Este es su poder, es el único lenguaje que se entiende en todo el mundo.