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La prèvia

Mozart camino de Praga

El título de este comentario no es original, hace referencia a una preciosa novela corta que escribió Eduard Mörike, un autor alemán exponente de la llamada época de Biedermeier, un período de la cultura europea que va desde el Congreso de Viena de 1815 hasta el final de las guerras napoleónicas (1845).

En esa narración, Mörike inventa un hecho que podría haber sucedido durante el trayecto que Mozart realizó en 1787 desde Viena a Praga. Cuenta el autor que en una pausa para descansar, el compositor es confundido con un ladrón al coger sin permiso unas naranjas de un huerto próximo al camino. Una vez aclaradas las cosas, músico y comitiva son invitados a la boda que debía realizarse en un caserío cercano. Mozart, al final de la velada deleita al personal con la interpretación de algunos fragmentos de su próxima ópera, Don Giovanni, a cuyo estreno debía asistir en Praga en unos días.

Historia de ficción, entrañable y muy bien escrita y que permite a Mörike, gran amante de la música de Mozart, explicar sus divagaciones en torno al arte, contrastadas con las del Romanticismo así como la idea que tiene de la vida y obra del compositor. Lectura, sin duda, muy recomendable.

Y ¿por qué el joven músico había elegido Praga para el estreno de Don Giovanni? ¿No era la corte vienesa más apropiada para un acontecimiento de esta categoría?

En efecto, los teatros de Viena solían aceptar de buen grado los nuevos títulos del genio de Salzburgo, aunque el poco valor que los vieneses habían dado a su última ópera, Le nozze di Figaro, añadido al éxito que sí tuvo en Praga jugaron a favor de un estreno en el Teatro de la ópera de la hoy capital checa. Así que Don Giovanni estuvo, en su momento, más ligado a Praga que a Viena.

Otra historia que envuelve ese curioso estreno es la que se refiere a la composición de la Obertura. Cuenta la leyenda que hospedado en Villa Bertramka, hoy pequeño museo y sala de conciertos de cámara, Mozart dedicaba más tiempo a la comida y a los paseos que a la composición. Así que el día antes de la primera audición no había escrito ninguna nota de la parte instrumental que debía abrir la obra. El compositor se vio obligado a encerrarse en una habitación durante toda la noche para poder tener lista la Obertura al día siguiente. No hay que decir que los músicos la interpretaron sin ningún ensayo previo.

Es, Don Giovanni, la segunda de las óperas compuestas por Mozart sobre libreto de Lorenzo da Ponte, un poeta y vividor italiano, amigo de Casanova, que caído en desgracia en la corte vienesa acabó sus últimos años de vida en Nueva York, ciudad en la que tuvo tiempo de asistir al estreno de ese título, poco antes de morir en 1838.

Además de Don Givanni, el duo Mozart-Da Ponte compuso, Le nozze di Fígaro y Cosí fan tutte.

En Don Giovanni sucede un hecho curioso y es que el protagonista, (" il dissoluto punito" como aparece en el subtítulo de la ópera) no tiene ninguna auténtica aria para su lucimiento. Solamente en algunos pocos momentos podemos decir que canta: el sublime dúo Là ci darem la mano (uno de los duetos de ópera más bellos jamás escritos), la cantinela o serenata De viene a la finestra (con acompañamiento de laúd) y otros pocos más; sus intervenciones se dan en forma de recitativos y concertantes, eso sí, de extrema dificultad.

Los demás personajes sí tienen sus momentos solistas. Don Octavio canta Il mio tesoro intanto, Donna Elvira Mi tradì quell'alma ingrata, Leporello la famosa aria Madamina, il catalogo è questo, Donna Anna Non mi dir, bell'idol mio, Zerlina Batti, batti, o bel Masetto, Masetto Ho capito, signor, si, incluso Il Commendatore tiene ese grito de ultratumba, Don Giovanni, a cenar teco, que inicia la escena final de la ópera.

Don Giovanni es una obra compleja, repleta de buena música de principio a fin y llena de momentos realmente sublimes. Es Mozart en estado puro. Y como muy bien dice mi amigo Francisco Cañellas "Si no se dispone de voces de primer nivel, mejor no exponerse a representarla".

Esta noche (20h) Don Givanni abre la temporada de ópera del Teatre Principal de Palma, con una producción que incluye solistas vocales de reconocido prestigio, los coros del propio Teatre, nuestra Simfònica así como las direcciones artísticas de Paco Azorín y musical de Cristóbal Soler.

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