-Para romper el hielo, ¿celebró el Día de San Valentín?

-No, no creo en eso. El amor romántico es un movimiento, un estilo, pero no es el amor correcto, en todo caso es el de Walt Disney.

-¿Cuál es el amor correcto?

-Solo hay un tipo de amor: el amor madre-hijo, padre-hijo, el amor puro€ Si tienes una relación sentimental no deja de ser el mismo amor pero en otro formato. El amor romántico se basa en echar de menos y pasarlo mal.

-¿Masticar hielo dispara contra el amor romántico?

-No. La pareja protagonista no es nada de amor romántico, simplemente se maltrata mucho emocionalmente aunque luego se verá que realmente sí se quieren. Se quieren mucho pero se quieren mal. Ahí está el dilema y la discusión de los espectadores cuando salen del teatro va por ahí, si se quieren o no.

-¿Por qué masticar hielo?

-Porque es una sensación muy desagradable y responde a una frase que sale en la obra. Tengo sensibilidad dental y sé de lo que hablo. Intenté reflejar un título muy doloroso, al menos para mí.

-Masticar hielo es nocivo para los dientes, ¿tiene beneficios para los espectadores?

-La obra es una catarsis, una tragicomedia pornográfica emocional. El público se troncha de la risa, llora y sale de la función sin saber si está triste o contento. Y los actores y actrices acaban con morados en las rodillas y el cuerpo. Es una obra muy brutal. En escena hay violencia, cariño y mucho humor.

-¿Hay que reírse de todo?

-De todo no me río pero sí de las elucubraciones del pensamiento humano absurdas, del amor romántico o de los problemas del siglo XXI como que no te conteste el whatsapp. Si hablamos de abortos e hipotecas, de eso no me río. Reír nos hace más sabios, sin duda.

-¿Una obra apta para todos los públicos?

-No. Está recomendada para mayores de 18 año pero eso lo digo para curarme en salud. Si tuviera un hijo o hija de 14 años yo le dejaría ir.

-¿Cómo llegó hasta el clásico de Edward Albee, '¿Quién teme a Virginia Woolf'?

El monólogo suyo de La cabra o ¿quién es Sylvia?, que interpreté yo. Me enamoré de esa obra, en la que un personaje se enamora de una cabra y se lo dice a su mujer. A partir de ese momento quise hacer una versión libre de otro de sus clásicos, ¿Quién teme a Virginia Woolf?, respetando todo lo punki que era Albee.

-Como Albee, usted también se ha tenido que enfrentar a la censura y las prohibiciones. El cartel de 'Masticar hielo' llegó a ser retirado de las redes sociales por mostrar un culo.

-Sí, y me sorprendió. Yo tenía miedo a que me censuraran ciertas cosas de la obra pero cuando vi que censuraban (en Facebook) el cartel, que era un culo, pensé: pues no han visto nada, porque eso no es nada comparado con todo lo que hay dentro de la obra. Siempre que anunciamos la obra nos quitan, nos borran o nos pixelan el culo.

-Sorprendido. ¿También dolido?

-No. Sucesos como este nos hace vender más entradas. Lo prohibido atrae a la gente. Insisto, el cartel es una tontería, lo perverso y fuerte está dentro.

-¿Qué ha respetado y qué se ha cargado del original de Albee?

-Me cargo muchas cosas. Simplemente me quedé con la historia, la de una pareja que esconde un secreto, que no se sabe si es verdad o mentira. Un secreto que se utiliza como juego para pincharse y demostrarse entre los dos que están vivos.

-Usted se define como actor y está de estreno, como dramaturgo y también como director. ¿Qué ha descubierto en esa nueva piel?

-Que no repetiré, no porque no esté contento sino porque tengo muchas ganas de actuar y dirigiendo lo paso un poco mal. Me están cayendo propuestas para dirigir y escribir, así que tal vez vuelve a hacerlo. Es un mundo muy difícil y le tengo mucho respeto. Reconozco que me ha salido bien y la gente sale encantada.

-Tanto que ha llegado a convertirse en un éxito de la cartelera catalana.

-El 90 por ciento del público que ha venido a ver Masticar hielo ha quedado encantado, y eso no suele pasar nunca, así que estoy feliz.

-Confundó El Eje en 2013. ¿Qué filosofía sigue su compañía?

-Es una compañía irreverente que intenta llegar al límite actoral. Una compañía que se fija en el actor, no en la historia, en el cómo pasa y no en el qué pasa.

-Usted se ha probado en la dramaturgia y en la dirección. ¿No ha pensado en probarse en política, como sus colegas Toni Cantó o Juanjo Puigcorbé?

-No. No me siento tentado en absoluto. Nunca me metería en política. Soy actor, trabajo bastante en la tele (Monteperdido, Matar al padre) y la política la dejo para hablarla con mis amigos.

-¿No considera al público su gran amigo?

-Me mojo en política, pero a título personal. Y sí, el público puede ser un amigo. La reacción del público me da un poco igual. Intento que queden contentos pero no hago teatro para un público en concreto. No sigo una ideología política.

-¿Qué será lo próximo?

El rodaje el próximo verano de una serie con Irene Escolar de la que no sé nada. Me acaban de llamar.