Explorar los límites de la condición humana, plantear una inquietud al lector, remover alguna cosa en su interior que le haga sentir mal y ofrecer más preguntas que respuestas. Estas son algunas de las claves con las que el lector puede distinguir si está leyendo una novela negra o no, según el especialista en el tema Àlex Martín, también profesor de la Universidad de Salamanca. Ayer estuvo en la Biblioteca de Cort impartiendo la conferencia Del quiosc al best-seller sobre la evolución de la novela negra a nivel nacional en el marco del Febrer Negre, el festival dedicado a la novela negra que este año celebra su primera década de vida.

Martín, que ha publicado numerosos artículos, libros y estudios sobre el tema, considera que "mucha gente cree que lee novela negra cuando lo no está haciendo". Sucede que se confunde, en ocasiones, con la policíaca. No obstante, el experto explica que las policíacas suelen acabar bien, "con el caso resuelto, tal y como espera el lector"; mientras que en las negras "no hay ninguna puerta a la esperanza, siempre acaban mal, son existencialistas, duras. Como la vida misma", reflexiona. Así, para él, "la novela policíaca es para descansar, la negra para sufrir. La policíaca es lúdica y la negra la del dolor. Cada vez estoy más seguro de que la novela negra es la del dolor", dice Martín, que asegura que se publican muchas más novelas policíacas que no negras.

Se enamoró del género gracias a la novela Joc brut de Manuel de Pedrolo, una obra que reconoce que le habría gustado escribir. Sin embargo, su escritor de cabecera es Carlos Zanón: "Es un autor que trata las vidas anónimas. Habla del dolor, de la ruptura, de la soledad. Esto es lo que me interesa, la gente anónima a la que no se le da importancia pero hace lo que sea para sobrevivir", apunta.

El boom en España de la novela negra llegó a principios de los 2000 con la nordic noir, sobre todo con la trilogía Millenium, de Larsson. "Luego surgió una literatura más mediterránea, con nombres como Manuel Vázquez Montalbán, Andrea Camilleri, Petros Márkaris, con un estilo más costumbrista, una literatura que creó un mercado, algo muy importante", dice, aunque no considera que esa literatura fuera negra.

Lejos de ser héroes, los personajes del género sufren y sus conflictos "acaban siendo irresolubles", concreta Àlex Martín.