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Análisis

Un tutorial para hacer concursos, por favor

La comisión ejecutiva de Es Baluard desoyó las recomendaciones de dos asociaciones de profesionales que propusieron hacer cambios en las bases

El jurado ha declarado desierto el concurso de dirección de Es Baluard.

Requisito para gestionar la cultura desde un gobierno democrático que vela por el bien común: empollarse un tutorial sobre cómo hacer concursos públicos transparentes y garantes de la función pública. Los tutoriales son sistemas instructivos claros y breves sobre cómo desarrollar algún tipo de procedimiento. Son el manual de instrucciones que cualquier niño o niña comprendería.

Pues bien, este requisito ni lo han cumplido ni lo han acreditado las instituciones que han administrado la cultura en esta legislatura. Jamás hubo tantos concursos de dirección para los equipamientos culturales ni tantos fracasos acumulados de los mismos concentrados en tan poco tiempo. Esta gente ha batido el récord.

El de Es Baluard, desierto, ha sido el último caso de derrota que han protagonizado nuestros próceres. El motivo: la opacidad y el intervencionismo en los procesos, el arrinconamiento de una verdadera participación, la falta de transparencia.

Las instituciones han cambiado el tutorial del interés público por otro tutorial distinto: el de los intereses del poder.

Las bases del concurso de Es Baluard jamás fueron refrendadas al cien por cien por ninguna asociación profesional de arte contemporáneo. Tampoco hubo ninguna mesa de trabajo en torno a ellas, ninguna exposición pública de las mismas para hacer enmiendas, comentarios, etc. Las bases se quedaron en el museo de la muralla, fueron decididas por un conjunto de personas con un historial importante de concursos malogrados, opacos y polémicos a sus espaldas. Con unos currículums en la materia preocupantes, desérticos, inoperantes, muy criticados. Pese a ello, tiraron adelante con su propio tutorial. El tutorial del poder.

En este caso, la comisión de gobierno de Es Baluard desoyó las recomendaciones que algunas personas de dos entidades de profesionales del arte contemporáneo, ADACE y el IAC, hicieron (el IAC de manera no oficial) sobre las bases. Si algunos de esos consejos se hubieran aplicado, ahora mismo tendríamos probablemente un director o directora y bastantes más aspirantes que cuatro; es decir, mayor pluralidad y quizá menor margen de error. Precisamente las dos asociaciones ya advirtieron a los redactores de las bases sobre las dificultades que iban a presentarse al exigirse un título de catalán en un concurso internacional. Uno de los puntos, junto al inglés, que el jurado que anteayer declaró desierta la plaza va a recomendar revisar a la comisión de gobierno del museo para la nueva convocatoria.

Pero la cosa no sólo se queda ahí. Hubo otras recomendaciones (por supuesto, no han trascendido, como las actas del jurado), como por ejemplo que hubiera representación de diversas asociaciones en el jurado. Ahora mismo no las hay. ADACE está representada por partida triple. Los otros expertos que forman parte de él han sido propuestos por las instituciones. Por su parte, la AAVIB ha reclamado la presencia de dos artistas (uno de ellos debería ser una mujer).

En definitiva, la falta de transparencia, el dirigismo político, la desatención hacia las recomendaciones previas o el nulo diálogo con otros relatos sobre la cultura han dejado un reguero de descalabros en los procedimientos de selección de personal de los centros públicos, que es donde se deciden las cuotas y los perfiles más adecuados para los intereses políticos de aquel momento preciso.

En el segundo concurso del Solleric, fue sonada la espantada de la primera candidata y la pretensión de Cort de que el jurado aceptase al segundo finalista. Aún todos recordamos las filigranas explicativas en la Miró para justificar que unas prácticas de seis meses son equivalentes a tener experiencia en museos o las dimisiones en el jurado para la plaza de conservador de la Fundación del artista en Palma "porque el proceso no garantizaba el principio de igualdad y neutralidad" e incluso un cambio en las bases del concurso ("la plantilla de autobaremación", nos rectificaron) "debido a un error" pero que finalmente permitió la readmisión de personas, entre las que se encontraba la ganadora.

A lo mejor, el problema no es de las bases, como pasó en la Miró o como asegura el jurado de Es Baluard, sino de las personas y del tutorial que han estado utilizando.

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