Carismático, visceral, talentoso. En dos palabras: James Rhodes. Ayer el músico británico encandiló al público mallorquín en su recital en el Palau de Congressos. El pianista se ha convertido en la cara más informal de la música clásica y uno de sus principales divulgadores. Sin trajes, sin americanas. Con vaqueos, camiseta y zapatillas, el artista ofreció una mirada renovada y un formato de concierto totalmente revolucionario en el contexto de la música clásica. Su objetivo es claro: que el público conecte con este género porque según su punto de vista "la música es música" y "es una chorrada separar la música clásica como si fuera algo muy elevado o más culto". Y con él al piano, la conexión fue máxima. James Rhodes cree en el poder de la música clásica: "Es algo que puede enamorar a los niños y cambiar la vida de las personas". Aclamado por su estilo irreverente e innovador, Rhodes aporta un toque muy personal a cada una de sus actuaciones que muestran la experiencia de la música en primera persona, deshaciendo el halo de solemnidad que envuelve a la clásica para acercarla al gran público.

Y si algo tienen de especial sus recitales es que el artista nos cuenta la música clásica a través de la biografía de sus compositores. Divertido en sus intervenciones, James Rhodes, que ha confesado que se sentía muy feliz de estar en "la isla bonita", provocó más de una carcajada entre los espectadores. Su repertorio estuvo basado en obras de Bach, Beethoven y Chopin, su "autor favorito a la hora de interpretar". "El programa nos habla de nuestros mundos internos y externos. Desde la interioridad de Beethoven y la espiritualidad de Chopin hasta el alegre mundo de Bach". El concierto arrancó con la pieza más larga, Sonata in D minor OP 28 Pastoral, 35 minutos de puro Beethoven para luego dar paso al "genio" de Chopin interpretando dos piezas completamente "opuestas": Scherzo nª2 in B flat minor OP 31 y Nocturne in C minor OP 48/1. Un bromista James Rhodes recordó que la isla mandó a la mierda a Chopin. "Pero, venga, que no es Luis Fonsi, es el fucking Chopin. Él compuso la mejor música". La última pieza del programa fue del gran Bach: Toccata, Adagio & Fugue, una obra que el alemán compuso para órgano y Busoni arregló para piano.

La maestría de James Rhodes al piano arrancó intensos aplausos del auditorio del Palau de Congressos, unos aplausos que fueron correspondidos con varios bises como Widmung (Dedicatoria) de Schumann y En la cueva del rey de la montaña de Peer Gynt de Grieg, una pieza que le viene a la mente "cada vez que pienso en Vox", un comentario que provocó más de una risa entre los espectadores que asistieron al recital de todo un genio al piano.