—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Por qué rebajarse a poetisa cuando podría ser musa?"

—Los creadores no somos solo canales, tenemos algo que decir en el proceso. Intento posicionarme siempre, de ti no me molestaría que me situaras como radical, pero que el lector ponga las etiquetas.

—¿La actriz de éxito mató a la poetisa?

—El éxito da para entrevista aparte. Fracaso constantemente, me coloco junto al abismo porque tengo miedo a fracasar. Y siempre he escrito, desde niña.

—¿A veces no sabe quién es?

—Soy actriz antes que mujer, ciudadana del mundo por si acaso. Soy compañera, genéricamente.

—Promocione ligeramente 'La malcontenta'.

—La obra plantea tres cuestiones, en qué momento fracasa una vida, hasta donde podemos elegir, y por qué el mar o un olor aportan pequeños puntos de luz y esperanza que conducen a otro infierno más degradado.

—'La malcontenta', el matriarcado mallorquín.

—No se puede crear una heroína, es una puñetera víctima como el bandolero Joan Durí. La anterior versión que ensayamos era un diálogo entre ambos.

—En los carteles está usted un poco Claudia Cardinale.

—Nunca me lo habían dicho, me comparan a veces con Audrey Tautou.

—¿En 'La malcontenta' juega a ser fea?

—Mi físico me da igual, mi cuerpo es un instrumento al servicio de una historia. La malcontenta se pasa de los nueve a los veinte años en las chabolas junto al vertedero.

—Mallorca no da para ser hiperactiva.

—Muchas veces me he sentido desubicada pero, acertada o no, soy incapaz de cambiarme. No sé estar quieta, no podemos esperar a que suene el teléfono, las ideas se retroalimentan. En un año tengo nueve proyectos, tres se materializarán este año, tres quedan para 2020, otros tres caerán. Todo para sobrevivir.

—Sin ego no se puede subir a un escenario.

—Al revés. Cuanto más desequilibrado y vulnerable un actor, mejor está sobre el escenario. Soy bastante desequilibrada.

—Júreme que no volverá a presentar las uvas.

—¿Por qué no? Depende de lo que me propongan. Soy exigente, hubo muchos imprevistos y obstáculos. No fluyó como debiera, pero nunca había hecho un directo, improvisando, además en un día simbólico de catarsis colectiva. Toni Terrades solventó los problemas, fue muy generoso.

—¿Cuál es su serie favorita?

—Àngela, en Amor de cans, me permite aportar alguna cosa más. Sin teatro no puedo vivir personal ni profesionalmente, el mundo audiovisual me vino de carambola.

—¿Y su serie favorita de los demás?

—Inside No. 9, una serie británica interpretada por sus autores, con el humor cínico inglés y con detalles de terror.

—Nadie recordó a los presos políticos en los goyas.

—Cada uno es libre de posicionarse, porque la libertad de expresión va por encima de todo, pero es denigrante que se juzguen los hechos ahora ante el Supremo.

—¿Ha habido algún Harvey Weinstein en su vida?

—Nunca, sabes de los weinsteins porque los ves o por las compañeras que lo han vivido. La dinámica del poder se da en todos los trabajos, en un restaurante o un teatro.

—¿Se puede votar a varios partidos a la vez y no estar loco?

—La pregunta es, ¿de qué te fías? De cómo habla una persona, que luego no consigue sus objetivos. O de un proyecto, que no se cumple. Un mundo heterogéneo requiere pluralidad de ideas.

—¿Podría ponerse a llorar ahora mismo?

—Sí, pero estoy muy cansada. Es técnica, una cuestión de respiración, del diafragma.

—¿La conocen y no saben de dónde?

—Me paran, me preguntan, me reconocen, me recuerdan algo que he hecho. En el funeral de mi abuela, una mujer me dio el pésame hablándome de mi papel en Llàgrima de sang. No era el momento.

—Y el Oscar va a Yalitza Aparicio, Glenn Close, Olivia Colman, Lady Gaga o Melissa McCarthy.

—Quizás a Glenn Close, un ejemplo de actriz con registros diferentes más allá del aspecto físico. Un documental sobre Lady Gaga no me interesó, pero es potente como escritora de sus canciones.

—¿Se ve de mayor?

—No, trabajo mucho para estar aquí y ahora, porque todo cambia tan rápido. De adolescente era más añoradiza, y me costó desprenderme de ese hábito. Cero mirarse al espejo en busca de arrugas.