¿Cómo nació Intocables?

La propuesta surgió en 2016. En el contexto de la Setmana Prohibida de Barcelona, me pidieron una propuesta musical. Ahora la he recuperado porque es una propuesta que dialoga con el momento actual. Se trata de poner a los intocables en el escenario. Es una manera de reivindicar y hacer justicia a la música, al estilo que me influenció, es decir, el rock. Reivindicar el papel transformador de la música, es decir, la música como herramienta de cambio social. Quería centrarme en esta dimensión tan potente de la música.

En unos momentos en que la censura se ha reactivado con tanta contundencia, ¿qué papel juega la música?

La música siempre es una buena herramienta pero con el tiempo ha ido cambiando de forma. Si en los años 60 o 70, el rock o el folk eran la punta de lanza de transformación, de protesta y de reivindicación porque era la música que utilizaba una generación que no seguía el guion establecido, ahora lo encontramos en otros estilos como el rap. Tenemos casos como Def con dos o Valtònyc. Sus músicas son las bandas sonoras que están siendo perseguidas, no por el estilo sino por la herramienta que suponen como transmisor de unas ideas. Lo que intenta Intocables no es ilustrar el presente, sino recuperar lo que hemos vivido y hacer que la historia dialogue con el presente.

Y el presente dialoga con condenar en pleno siglo XXI a cantantes por sus letras...

Eso crea desencanto y una cierta frustración porque todo el esfuerzo, toda la lucha parece estéril. Tengo la sensación de que no hemos avanzado. Intocables quiere poner en valor lo que sucede ahora enmarcándolo en el contexto histórico.

¿Cuándo una canción se convierte en intocable?

Cuando incomoda, cuando molesta porque toca algún tabú. Aún en pleno siglo XXI nos movemos por dogmas. De hecho, a la hora de confeccionar el proyecto lo primero que hice fue intentar localizar los temas intocables, los que no se pueden tocar porque comportan conflicto como los himnos, la religión, el sexo en algunos casos, las drogas lo fueron durante mucho tiempo e, incluso, la muerte.

¿Qué canciones intocables repasará Gerard Quintana?

Tengo un repertorio muy amplio que varía según el espacio. Lo que me permite este espectáculo es ser muy variado estilísticamente porque puedo pasar de un tema punk de Sex Pistols a uno de Víctor Jara o a otro que nos queda más cercano de Ovidi Montllor pasando por Crosby, Stills o Nash & Young. Abordo canciones desde la prohibición pero también desde la autocensura como el caso de The Beatles que después de unos años de canciones de amor insulsas y tras la muerte de su mánager Brian Epstein que les prohibía hablar de temas políticos para no dividir al público, se sintieron libres y a John Lennon le faltó tiempo para hacer una canción como Revolution.

Y si tuviera que elegir una, ¿qué canción coronaría como la intocable por antonomasia?

Me gusta poner como ejemplo un cantautor que apareció asesinando la metáfora, la destruyó y se convirtió en una persona que decía las cosas de manera tan explícita que hacía daño y fue censurado. Es Albert Pla. Compartí discográfica con él y Ariola le tuvo más de un año un disco parado por miedo a una canción, una canción que en un principio se titulaba Majestad. El álbum encontró salida cuando Albert hizo una pequeña concesión y la tituló Carta al Rey Melchor.

¿Sopa de Cabra ha vivido momentos de censura?

Nos hemos visto censurados por cantar en catalán pero también por hacerlo en castellano. Hemos recibido de todos lados en nuestra historia. En el primer disco, se reunió de urgencia el Consejo de Administración de Radio Televisión Española y pidió la dimisión en aquel momento del ministro Solana por la canción El Sexo que me hace feliz porque era muy explícita. También hemos sufrido la autocensura en Guerra, una versión del War de Bob Marley en la que hacía un discurso antimilitarista. Aquí aprendí que las cosas o se dicen sobre la música o no se dicen. De todas formas, no hemos sido un paradigma de un grupo prohibido porque hemos utilizado más la metáfora que Albert Pla.

¿Qué nos puede avanzar de su primera novela Entre el cel i la terra?

Quería ser escritor pero hice un propósito y lo he cumplido. "Antes de escribir, tengo que vivir", me dije. Me propuse escribir a partir de los 50 años. El 20 de marzo saldrá Entre el cel i la terra y ya estoy trabajando en otra y tengo una prácticamente terminada. Los lectores encontrarán muchos niveles de lectura. Es la historia de alguien que decide no seguir el guion previsto que hay en su vida y reconstruirse. Es una gran historia de amor pero también hay un relato histórico y reflexiones sobre el arte porque el protagonista no hace lo que quieren sus padres y se dedica a ser pintor. También hay un contexto musical porque no entiendo que en el colegio, en el instituto y en la universidad nos enseñan historia del arte y la historia de la humanidad a través de la escultura, la arquitectura o la pintura pero no a través de la música. Se la ha tratado como algo menor y con la música se puede explicar la historia de la humanidad perfectamente. Es una pequeña reivindicación. Tengo muchas ganas de compartir la novela con el público.

Y entre novela y novela, ¿se escribe nuevas canciones de Sopa de Cabra?

Lo estamos haciendo. Acabamos de grabar algunas y a lo largo del año iremos entrando al estudio para sacar disco a finales de año.