La Malcontenta es un personaje de ficción que Sebastià Alzamora creó para la novela homónima publicada en 2015. Una figura central, protagonizada por la actriz mallorquina Agnès Llobet, "que me parecía intrigante, muy potente", explica el autor teatral Rafel Gallego, al frente de la dramaturgia del monólogo que se representará los días 23 y 24 en el Teatre de Santanyí.
"Hace como dos años que le pedí permiso a Alzamora para adaptar La Malcontenta. Me parecía una historia poco transitada, de bandoleros y miseria; sobre una Mallorca profunda que hemos olvidado pero que existió no hace tanto", relata el crítico de teatro de este diario. Gallego se puso manos a la obra y después de darle vueltas durante meses llegó a un callejón sin salida. Simplemente había despojado el libro de algunos personajes y lo había teatralizado. "Me bloqueé y lo dejé reposar sin saber si lo retomaría. Durante ese descanso me vino a la cabeza la idea del monólogo. Lo escribí y se lo enseñé a Agnès. Ella siempre fue la Malcontenta para mí. Creo que no lo hubiese escrito para nadie más", cuenta el autor y periodista. Fue en ese momento cuando se implicó el también mallorquín José Martret (La Casa de la Portera). "A partir de ese momento empezamos a trabajar la dramaturgia de manera conjunta y en la distancia. También estuvo Xavi Frau en las fases iniciales del proyecto, pero luego se apartó por falta de tiempo", explica.
Para Martret, también director del montaje, la Malcontenta es una "mujer que lucha por su libertad con determinación; es valiente pero tiene un punto frágil", subraya. "Es una niña rural a las órdenes del patriarca. Y cuando se casa pasa a las órdenes del marido", relata. "A los diez años conoció a Joan Durí y a los 18 decidió escapar de ese futuro que le esperaba", señala. "Pasa de las manos de un monstruo a las de un bandolero", explica.
Durí fue un forajido mítico que a comienzos del siglo XIX tuvo atemorizada a la población rural de la zona sur de Mallorca. Eran tiempos de miseria y pobreza. Durí fue un criminal duro y sanguinario que en la novela de Alzamora se enamora de Antonia la Malcontenta, una mujer que se sabe enfrentar a un mundo de hombres muy bestias.
Tanto ella como el bandolero desean escapar de ese mundo de miseria, marginalidad y brutalidad que les rodea. La diferencia es que Durí lo hace a través de la rabia y la violencia; ella de las emociones y la inteligencia. Él representa la fuerza bruta y ella la capacidad de amar. En el interior de La Malcontenta tiene lugar un conflicto constante: ella no es una criminal, pero acompaña al bandolero, incluso lo entiende. Porque el mundo no es mejor que Durí.
"En esta historia del bandido y su cuadrilla, personajes apartados de la sociedad, marginales, creo que podría hablarse de un paralelismo con los refugiados, sin banalizar para nada con el tema", comenta Martret. "Los refugiados escapan de la miseria, la guerra, la violencia y son considerados ahora mismo por mucha gente como ladrones, delincuentes, una auténtica amenaza...", apunta.
Por otra parte, La Malcontenta también huye por pura necesidad de un hogar donde está esclavizada. "En ciertos aspectos me recuerda a mi abuela Eulàlia, que nació en un pueblo de Eivissa, en una familia que vivía de los animales y el campo. Su trabajo era tan duro que cuando tuvo oportunidad huyó de todo eso con sus hermanas y se vino a Palma a trabajar como criada", cuenta el director.
El montaje es una producción de El Somni. La escenografía, de Jota Rigo, es minimalista y poética.
Respecto al vestuario, Martret subraya que La Malcontenta no va vestida como lo haría una joven en 1820. "Lo he descontextualizado. Va como iría ahora una adolescente que ayudara a su familia con el trabajo en el campo y los animales: con un chándal y unas deportivas viejas, gastadas y sucias. O como esos niños que sufren la miseria y viven en poblados cerca de los vertederos", concluye.
Una mujer en conflicto que lucha por su libertad
La versión teatral de la novela de Sebastià Alzamora, escrita por Rafel Gallego, está dirigida por José Martret y está protagonizada por Agnès Llobet. La escenografía es de Jota Rigo. El espacio sonoro, una creación de Jaume Manresa. El vestuario de Antonia La Malcontenta es actual: un chándal y unas deportivas viejas, gastadas y sucias.
