Sin solemnidad, con la misma comodidad de estar en el salón de casa, los recitadores y recitadoras toman la palabra con el crepúsculo de los miércoles en la Costa de Can Muntaner de Palma.

La librería Ideari es reducto de versos, charlas y las coques que prepara Àngel Terron. "Dimecres Poesia no tiene el formato de una tertulia clásica, está lejos de academicismos", explica el químico y poeta junto a Luis Jaume, al frente del establecimiento junto a Miquel Simonet y un reciente fichaje, Jordi Maranges.

Estos curiosos (anti)recitales, desprendidos de formalismos y pretenciosidad (aunque eso va después con cada poeta y la relación que mantiene con su ego), arrancaron el pasado 28 de abril. Son diez meses declamando por gusto. "Luis tiene ideas de bombero", asegura Terron, "pero funcionan: propuso poesía marica, poesía y muerte, poesia coenta o, en marzo, poesia de merda, para elegir al peor poeta", desvela. El miércoles pasado, víspera de San Valentín, hubo que recitar por amor, un hueso duro de roer.

"Aquí la gente viene, se apunta en aquella pizarra para que haya un orden y recita o un poema que le guste de otro autor o un texto propio", comentan. "En las sesiones de micro abierto, hay de todo: gente que ha publicado, gente que no. No somos racistas nosotros".

Además de estas sesiones temáticas abiertas (emparentadas con el slam poetry, pero sin ganadores o perdedores), hay miércoles monográficos: por ejemplo, la semana pasada Terron y Pere Perelló leyeron poesía persa clásica a partir de las traducciones de Cansinos Assens. "También puede venir un autor a leer sus textos. Por aquí han pasado poetas consolidados como Sebastià Alzamora, Josep Lluís Aguiló, Joan Perelló, Aina Riera o Laia Martinez Lopez, o la cantera formada por Bartomeu Crespí, Miquel Àngel Adrover o Jofre Palau, quien nos visitará el día 20".

El momento de probar la coca preparada por Terron es como un ritual. "Salen aproximadamente 24 trozos", explican. Estas cocas son especiales porque están inspiradas en la poesía que va a leerse ese miércoles en la librería, ocupada por un conjunto de sofás y una pequeña barra de bar. "Esto no es un bar con libros, sino una librería con una barra. La diferencia es que no hay ruido. Antes hacíamos estas tertulias en Es Pinzell y había un nivel de decibelios importante", explica Terron.

La coca de este recital dedicado al amor es agridulce. No podía ser de otro modo. "Es una coca de trempó virada. Virada porque lleva una confitura de tomate de ramallet elaborada por Biel de Ruberts, pimientos en forma de corazón, cebolla, fonoll marí y alcaparras. El conjunto puede ser un desastre", bromea Terron.

Dimecres Poesia es heredero directo de los recitales que este escritor organizaba en Es Pinzell junto a los también poetas Pere Perelló y Jaume Munar. "Traspasaron el bar y buscábamos otro espacio. Nada nos acababa de gustar hasta que encontramos Ideari, con una estructura parecida a una casa particular", apunta.

En la sesión del miércoles 13, salieron a escena 14 personas. Los estilos declamatorios fueron diversos (algunos más urbanos otros más clásicos) y convivieron con naturalidad el catalán y el castellano.

"Mi escuela de lectura es que leo muy mal", confiesa Terron. "No soy rapsoda, no quiero teatralizar. Me molesta incluso, con excepciones. Enric Casasses, por ejemplo". Pese a no interpretar, Terron se emociona hasta empañársele los ojos. Le sucedió con la lectura del soneto Tendresa, dedicado a su segundo amor. "Quizá soy el poeta que menos poemas de amor ha escrito en la vida", explicó frente a la parroquia. "La poesía de amor es la más difícil que se puede escribir", sostiene. "En el siglo XX, sólo hay dos poetas que añadieron algo a lo escrito con anterioridad sobre el amor. Uno es Anna Ajmátova, quien no quiso hacer los grandes poemas de la Unión Soviética, y el otro, Robert Graves", opina. Terron leyó dos textos más de su poemario Sons nets: uno escrito en Londres dedicado a su mujer y Tapís d'escumes, para su primer amor.

Testosterónica fue la intervención de Bartomeu Crespí, quien escogió un texto de Vicent Andrés Estellés que dice así: "Me la mamaves fins al cep: tenies/tota la boca plena, i amb la llengua/iniciaves moviments, i et vares/posar més blava que altre cop [...]". El joven poeta recordó una anécdota sobre este explícito poema. "Le enseñé un texto de Vicente Gallego a Antoni Artigues. A él no le gustaba este escritor. Cuando se lo leí, me dijo, 'això és amor xulo'. Sobre el de Estellés manifestó: 'Això és amor de veres'". El siguiente poema que presentó Crespí fue de cosecha propia: lo escribió un día que regresaba a casa después de ver a su novia.

Frània Guasp también compartió sus versos con las más de 20 personas congregadas en la librería. "A les fosques dins la cambra/escolt la veu que parla en llenguatge poètic/ devora l'univers dels meus passadissos secrets deixant una penyora de perfum emboirat [...]". Como casi todos los participantes, leyó directamente del móvil: a las moleskines románticas se las llevó el viento.

Dani Martínez leyó tres poemas de cosecha propia sobre los estadios del amor, "que siempre acaba en desamor", y Escrito en la arena de Herman Hesse.

El propio Luis Jaume de la librería arrancó con unos versos del poeta cubano Virgilio Piñera, titulados Isla, "dedicados a Mario, quien siempre venía aquí, a estos recitales, pero que se ha ido de Mallorca por amor".

Muchos otros amores (incluso los secretos) pasaron por Ideari: la intensidad del Te amo de Paul Éluard o la Maria Magdalena de L'Evangeli segons un de tants de Blai Bonet. La poeta Aina Riera también recitó estrofas. Y el poeta y glosador Miquel Àngel Adrover recordó que el amor de bon de veres es aquel que no conoce ni de posesiones ni de alienaciones.

Dimecres Poesia es: poesía como método de conocimiento, intercambio de ideas (sin confrontación demagógica), campo de probaturas y egos literarios, conversaciones sobre la poesía de la (in)experiencia o una excusa para comer la coca de Terron y compartir una cerveza.