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Crítica de cine

En nombre de la ciencia

Por un (no demasiado frecuente) renuncio del comité de selección, este documental no está siquiera nominado a los Oscars de este año. Allá ellos, porque es una obra ejemplar en forma y fondo.

En la forma sigue el canon más académico de los documentales: muchas entrevistas a cámara en tiempo presente con algunos videos o imágenes de archivo de la época y un par de recreaciones con actores de momentos puntuales. Todo con el objetivo de no despistar al espectador. El guión roza la perfección por el modo de ordenar y dosificar el contenido. Arranca con el momento clave, más lúdico y emotivo de la historia real; pasa a una fase de misterio, sin exagerarlo, y de ahí ataca el tema de fondo y sus derivaciones.

Por minimizar spoilers, destaco: a) la paradoja de que un superviviente del Holocausto dirigiera un experimento social con una docena larga de pacientes como cobayas. No hubo crueldad física, es cierto. Sólo, no es poco, engaños que condicionaron la vida completa de los involuntarios sujetos de estudio y sus padres. Se justifica con que la psicología social no miraba tan prim hace medio siglo; ahora sí ha subido el listón ético. b) Genes y entorno. ¿Algún rasgo de personalidad se puede heredar por los genes, o la familia y la educación mandan absolutamente? Incluso afinando la muestra inicial, al estudio le surgieron enseguida muchas variables, clase social de los padres, personalidad de éstos, y alguna patología mental heredada. Sin moraleja ni moralina el documental provoca empatía inmediata con los cobayas humanos y promueve un sano, ameno debate sobre la influencia del entorno cuando se forma nuestra personalidad.

Tres idénticos desconocidos

****½

Nacionalidad: EEUU, 96 min.

Director: Tim Wardle

Actores: (documental)

Cines: Augusta, CineCiutat

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