"No hay nada tan invisible como un monumento", asegura la comisaria Ana García Alarcón. El arte en el espacio público se convierte en un elemento casi imperceptible por la ciudadanía. "Funciona como aquel estribillo que te sabes pero no lo escuchas", compara la directora de Es Baluard Nekane Aramburu. "El monumento es un ejercicio del poder político y es invasivo con una ciudadanía que no puede opinar", agrega. Rogelio López Cuenca y Elo Vega llevan años trabajando en torno a la memoria olvidada de los monumentos urbanos y la no neutralidad de los espacios públicos. Han hecho relecturas de los mismos en ciudades como Limerick (Irlanda), Sevilla, Madrid, Valparaíso, Málaga o Barcelona. Una selección de obras producidas en torno a estas urbes y su investigación se inauguran esta noche, a las 20 horas, en la planta noble del Casal Solleric.

La propuesta se ha organizado conjuntamente con Es Baluard, donde el dúo artístico imparte un taller para analizar los monumentos de Palma. Para empezar, López Cuenca explicó que de Ciutat le ha llamado especialmente la atención "la hiperproliferación" de esculturas abstractas invadiendo el espacio público, "lo cual conduce a una indistinción", reflexiona. "Lo que nos puede llevar a hacer una serie de consideraciones. Por ejemplo, que la censura sobre determinadas voces no se produce siempre del modo tradicional, sino confundiendo y dándole visibilidad a todo. Sería un mecanismo postmoderno de censura", explica el artista, que en abril inaugurará una muestra antológica en el Museo Reina Sofía. "Esa proliferación se parece también a la vanidad y al exhibicionismo del poder. Es asimismo una suerte de pulsión consumista", considera. El monolito de sa Feixina está siendo también objeto de debate en el taller que imparten en Es Baluard, cuyos trabajos finales se expondrán el 16 de febrero en el museo de la muralla. "Monumentos como éste hay en otras partes. Hemos visto que también se ha argumentado la parte estética de los mismos para tratar de justificar u ocultar su presencia. O incluso hemos visto que frente a ellos se ha colocado una placa donde puede leerse: 'Esto es sólo una obra de arte', tratando de ocultar que son signos puestos en circulación por el poder durante un momento histórico determinado", sostiene.

Cuando los dos artistas llegan a una ciudad e investigan, se ponen a trabajar en una nueva visión sobre el espacio urbano. "Estudiamos qué es lo que ocultan esos monumentos, los rastreamos y complejizamos el asunto", señala Elo Vega. "Cuando llegamos a una ciudad venimos como extranjeros, con la capacidad intacta de extrañarnos, por eso nos llama todo lo atención. Es el hábito el que hace que todos esos significados de los monumentos se invisibilicen", considera la artista.

En la preparación de esta exposición, los creadores se han acercado a sus trabajos con cierto distanciamiento. "Son obras muy orientadas a funcionar como herramientas en manos de la comunidad a la que se dirigen", apunta López Cuenca. Por ejemplo, la obra puede adoptar la forma física de plano o guía de una ciudad, pero con otro relato muy distinto. "Reflexionamos sobre el enriquecimiento del trabajo artístico como un trabajo de investigación, pero no por eso dejamos de lado la creatividad poética", advierte. "Buscamos crear una herramienta artística para leer e interpretar tu propio entorno, un dispositivo para activar otro tipo de proyectos y acciones", agrega. En este sentido, también trabajan con carteles, vídeos, fotografía o incluso señalética urbana.

Lo interesante de este proceso, según Elo Vega, es que cuando se ponen estos dispositivos en circulación "ya no te pertenecen, los pueden usar otros colectivos, la idea es que la comunidad pueda ampliarlos", explica. "Con los proyectos de Lima o Valparaíso nos sucedió", relata. "También buscamos que nuestras propuestas tengan siempre una perspectiva de género".

Rogelio López Cuenca ha identificado una constante que se repite en muchas ciudades. Es el caso de la pacificación del territorio para su uso turístico. "La ciudad de Málaga por ejemplo ha hecho limpieza de algunos de los elementos públicos más conflictivos de su historia por el turismo", explica. "Pues bien, a nosotros nos gusta activar esas memorias ocultas y silenciadas", apunta.