El pintor mallorquín Miquel Barceló, que inaugurará mañana sábado 19 de enero 'Vida de pulpo' -su segunda muestra individual en la madrileña galería Elvira González-, ha asegurado que "el nacionalismo, de todas partes," le produce "ganas de salir corriendo".

"Es demasiado fácil definir a lo que está pasando como nacionalismo, hay que mirarlo de una forma más amplia. Por ejemplo, hay una especie de intolerancia y un uso abusivo de la ley constantemente. Ese crecimiento de la intolerancia, de forma exponencial en todos los ámbitos, es algo general y no solo de España", ha explicado el autor en un encuentro con la prensa.

De hecho, el artista reconoce estar "preocupado por la indiferencia" que está viendo, donde "cada vez uno se entera menos de lo que pasa fuera" y hay una "especie de griterío". Barceló ha recomendado releer a dos autores de principios del siglo XX, Josep Plá y Miguel de Unamuno, porque entiende que definieron la situación actual "casi al pie de la letra".

"Hay que leer a Unamuno, parece que solo se cita lo de la Universidad de Salamanca (el 'venceréis pero no convenceréis'), pero en sus escritos hay mucho, incluido ese 'pensamiento cojonudo' del que hablaba, de los testículos en vez de mollera", ha comentado con humor.

La exposición consta de 29 de obras de las cuales quince son lienzos, doce son obras sobre papel y dos son cerámicas. La temática de las piezas recorren algunas de las 'obsesiones' del autor de Felanitx, como esos pulpos gigantes, pero también otras que podrían verse como sociales, en especial las que retrata el drama del Mediterráneo con la inmigración.

Barceló entiende que la pintura es "una especie de hecho político" y por ello cree que estas imágenes de barcas con mucha gente son "tan fuertes". "Yo ya pintaba barcas con mucha gente en África, eran pinturas duras pero no trágicas, porque no iban a la muerte", ha lamentado el pintor, quien está fuertemente unido al continente africano y hasta cuenta con un estudio en Mali que ahora no puede utilizar.

Nubarrones negros

"Muchos de los ahogados en el Mediterráneo vienen de Malí, país que conozco muy bien, y a veces creo que son gente que conozco", ha aseverado el artista, quien pese a señalar que no es algo "buscado" -"las cosas aparecen por necesidad"-, le gusta que "las imágenes coincidan con el periódico".

Otra de las pinturas muestra un paisaje con nubarrones negros al fondo, algo que Barceló considera también como una metáfora. "Se puede ver como una mancha cargada de pintura, un fenómeno plástico, pero es verdad que como europeos del nuevo milenio, puede dar un poco de miedo la situación", ha alertado.

Auge del racismo y antisemitismo

El autor, que apunta al arte como "un acto de resistencia, pero también como algo que puede iluminar la vida", ha analizado la situación de Europa. "Soy testigo de que algo está pasando y parece como si estuviéramos en una casa donde mucha gente empieza a saltar al mismo tiempo para ver si se hunde el piso", ha añadido.

"Casi siempre hemos vivido tiempos oscuros. En otros momentos todo el mundo estaban muy contento porque había pasta, pero eran muy oscuros tiempos. Ahora hay un pesimismo general y eso crea más intolerancia y odio: se ven síntomas de antisemitismo y racismo que parecía habían desaparecido", ha matizado.

Barceló, que tiene proyectos de muestras futuras por diversos países -desde Japón a Bruselas, hasta el Picasso de Málaga-- cree que recibe suficiente reconocimiento en su país de origen -"no sé si sería bueno más", ha ironizado. Y reconoce aquellos momentos en los que ha dudado seguir pintando. "Claro que he pensado en dejarlo todo, pero me parecería una pose. No creo que sea fácil hacerlo y, como dijo Cioran, 'uno siempre se suicida demasiado tarde'", ha concluido bromeando.