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Opinión

Tiempo de belenes

El belén de estilo mallorquín que deslumbra en Cort. a.f.h.

Es tiempo de belenes. La tradición manda y se hace casi obligado un paseo por las alumbradas calles para vivir la Navidad más allá de las comilonas, los regalos y las reuniones familiares.

En toda Mallorca se montan maravillosos pesebres, muchos de ellos tradicionales y algunos inspirados incluso en los antiguos oficios de la isla. Aunque se trata de una costumbre muy arraigada y no faltan en las casas mallorquinas encantadores belenes domésticos, es la Agrupació de Betlemistes Francesc Rosselló de Balears y la Associació de Betlemistes de Mallorca la que se encarga del montaje de algunos de los pesebres más importantes de la isla. Desde hace unos años, además, esta segunda asociación se ha propuesto el objetivo de recuperar una antigua tradición mallorquina del siglo XVIII caída ya en desuso. "Posa un frare en el teu betlem" es una iniciativa que trata de animar a la gente a buscar un frailecito escondido en los belenes que ellos se han encargado de montar, y a la vez, alentarlos a que escondan el suyo propio en su nacimiento.

Es injusto destacar solo algunos pesebres y callar otros por la enorme ilusión que en todos ellos hay puesta, sin embargo no puedo dejar de contar la historia de Pere Costa Canal. Este hombre, autor de los belenes ubicados en el centro comercial C&A, Ulloa Óptico y el Centro de Historia Militar, lleva toda la vida dedicándose a la construcción de nacimientos elaborados con todo tipo de objetos encontrados en sus paseos urbanos o por la montaña. Algunos de ellos son nacimientos tan inverosímiles como los diminutos que caben en una pipa, o los portátiles ubicados dentro de un libro sobre Leonardo Da Vinci. Otros, son grandes recreaciones con casas de época, paisajes bíblicos y figuritas de pavos realizadas imaginativamente con piñas. La dedicación de Pere Costa hace que cada año numerosos niños y adultos puedan disfrutar de una nueva versión del nacimiento, siempre diferente a la del año anterior. Además, el mismo Pere se encarga de vigilar sus creaciones y explicar, a quien lo desee, las curiosidades de sus pesebres.

Maravillosos también los belenes mallorquines de Cort y del Centro Cultural la Misericòrdia de Palma. Hay que recrearse en la contemplación detallada de estos nacimientos para quedarse ensimismada con la gran variedad de escenas cotidianas que cuentan la vida de una Mallorca de otra época. Mención aparte merece el belén del Palau del Consell de Mallorca, igualmente de inspiración tradicional mallorquina. Aunque es muy bonita la recreación que hace del pueblo Maria de la Salut, se echa en falta una bandera mallorquina en la maqueta del ayuntamiento. La elegida parece inducir a una politización innecesaria y fuera de lugar en este contexto festivo en el que todos los mallorquines, tengan la ideología que tengan, deberían sentirse representados. Y es que ahora es tiempo de belenes, no de política.

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