P ¿Reivindica la fiesta en esta época de miedos y afrentas?

R Yo empecé con la música siendo muy pequeñito precisamente para huir de la oscuridad. Cuando nací, en 1957, eran tiempos muy oscuros, y para mí la música siempre ha sido, no una evasión, sino una introducción de color, alegría e ilusión en mi mundo. Y eso procuro transmitírselo a la gente, lo cual no quiere decir que sea un frívolo y no me interese la política y la justicia. La música siempre ha sido un territorio íntimo de huida de todo lo que representan las contradicciones humanas, la oscuridad y la tristeza.

P ¿Con qué estado de ánimo compuso su Festa Major d'Hivern

R Obviamente van pasando los años y el espacio que antes ocupaba el entusiasmo juvenil ahora lo ocupan otras cosas. No puedo negar que la memoria va apareciendo más, así como la añoranza de personas y momentos que ya no existen. Pero creo que todavía lo que mantiene la espina dorsal de esos trabajos es el entusiasmo, eso que a veces mal llamamos rock and roll, eso que nos ha hecho crecer en la música popular.

P ¿Qué le seduce de una "festa major d'hivern"?

R Son fiestas que no tienen nada que ver con las que se celebran en verano. Hay un entusiasmo colectivo por pasarlo bien que siempre me ha enternecido. Las condiciones no son las óptimas: hace frío, se hace de noche muy pronto, muchos están constipados, llevan unas botas espantosas para bailar... Me fascina la capacidad que tiene la especie humana para divertirse sean las circunstancias que sean. Se hace lo que se puede, se baila la conga con anorak, pero nunca es igual que en verano. Siempre me ha llamado la atención la ternura de la humanidad a la hora de divertirse.

P En una de sus nuevas canciones, Petita vida

R En absoluto. Nunca me ha gustado creerme de ningún movimiento ni de ningún colectivo de culto. La música es una cosa muy prosaica y muy rudimentaria. A nivel personal y sin querer pontificar, la considero un sortilegio y sí, absuelve los pecados, entre comillas, porque soy una persona poco entregada a las cosas espirituales.

P ¿Quiénes son los dioses de Quimi Portet?

R Utilizo esa palabra -dioses- con total frivolidad pero me gusta utilizarla porque cuando escribo textos para cantar la densidad de las palabras es muy importante y esa es una de las más densas de todos los idiomas. No soy una persona especialmente creyente, así que la utilizo para cosas un poco más pequeñitas que como si fuera un profesional de la religión: las cosas intangibles que no conocemos, los sueños, las esperanzas... Esos son mis pequeños dioses de batalla.

P ¿Sus sueños son libertarios?

R Sí. A efectos prácticos sé que no hay ninguna posibilidad pero por dentro tengo esa inclinación al hedonismo total y a la falta absoluta de leyes. Aunque insisto, sé que es una cosa que no se puede proclamar ni intentar establecer de ninguna forma.

P Confiesa que no es creyente, ¿tampoco mitómano?

R Lo soy un mínimo, como todo el mundo. Digamos que estaría en la escala más suave de los mitómanos.

P En el disco hay un músico invitado, Phil Manzanera.

R Nos conocimos en un proyecto en el que los dos éramos productores de un disco que acabó no saliendo. Nos hicimos muy amigos y de vez en cuando nos vemos. Me apetecía que estuviera en este disco. El primer disco de Roxy Music fue una influencia para mí, supuso una bofetada para el pop anquilosado. Lo cambió todo.

P Asegura que no pertenece a ningún movimiento. Sin embargo su nombre siempre va ligado a los de Pau Riba, Albert Pla, Adrià Puntí, Joan Miquel Oliver.

R Si el grupo es ese, me apunto, no pasa nada, es un honor. Una característica de todos estos que nombras es que ninguno tiene una unidad estética con los demás. Cada uno va a la suya, a su bola.

P ¿Quién recogerá el testigo?

R A mí me gustan El Petit de Cal Eril y Núria Graham.

P En Central de Biomassa

R Antiguamente lo fue, y mucho. En los años 70 y 80, cuando la profesionalidad técnica era diferente, hubo muchas electrocuciones. También accidentes de carretera. Hay oficios infinitamente más peligrosos que el de músico pero los accidentes de tráfico han sido durante años un factor de riesgo importante en mi profesión.

P ¿Por qué considera sus canciones como "estranyes", como apunta en Ai, nineta!

R Como hay quien las considera así, pues ya lo digo yo y me curo en salud y me vacuno. Yo no las considero nada extrañas, encuentro extrañas las otras, por supuesto, pero para demostrar que no estoy por la brega pues digo eso.

P ¿Cuál es la canción más bella que jamás ha escuchado?

R Hay muchas. Unas serían esas canciones de descubrimiento de cuando era adolescente, de los Beatles por ejemplo, como Day Tripper o Eleanor Rigby, de las primeras de música popular en la que no había batería ni guitarras eléctricas, solo un cuarteto de cuerdas asociado a música muy aburrida y que en ese caso da un resultado magnífico.

P ¿Y de las suyas?

R De los últimos tiempos hay una que me llama mucho la atención: Ós bipolar, una canción extraña que tiene la facultad de transportarte, de absorberte y llevarte a otro sitio.

P Seguramente el Teatre d'Artà

R Me transporta a mi infancia y refuerza mis vínculos con el pasado y con mi gente. No me molesta, me gusta.

P ¿Su infancia fue muy musical?

R La música fue muy importante en mi infancia porque ésta fue un poco triste, por diferentes motivos. La música fue mi única y definitiva tabla de salvación. Tuve la suerte de tener una madre melómana, muy adelantada a su tiempo, que escuchaba mucha música negra. Ahí me agarré y no me solté nunca.

P ¿Es, por lo tanto, hijo de la música negra?

R La música popular contemporánea del siglo XX es hija de la música negra, una gran mina que conllevó una gran revolución con la que todo cambió.

P ¿Qué le pedirá al 2019?

R Que haya un 2020.

P ¿Siente que nos la vamos a pegar?

R Me he desconectado un poco pero la vuelta de cosas que pensaba olvidadas me ha hecho reflexionar sobre lo que me interesa de la vida. No tengo soluciones.