La Síquia de la Vila, que durante siglos abasteció de agua a Palma, acumula hoy basura y escombros. El tramo de la carretera de Valldemossa, a la altura del desvío a Son Espanyol, es un fiel reflejo de la desidia y el olvido en materia de Patrimonio. Como puede verse en una de las imágenes, este elemento declarado en su conjunto Bien de Interés Cultural (BIC) -y como tal es obligación de las instituciones velar por su buen estado de conservación- está amenazado por la presión que ejerce sobre él la carretera, que ha inclinado ya uno de sus muros, el más cercano al asfalto.

De origen musulmán, la Síquia de la Vila fue declarada BIC por el Consell de Mallorca en diciembre de 2006. Desde entonces han sido continuas las denuncias por su mal estado de conservación. En el citado tramo, el del desvío a Son Espanyol, puede encontrarse un pequeño cartel que hace referencia a este sistema hidráulico oculto entre la vegetación. Hace años, durante las obras de ampliación de la carretera de Valldemossa, en su conexión con el Parc Bit, se llegaron a colocar señales de tráfico sobre los muros de la Síquia, un capítulo más de los desastres a los que se ha tenido que enfrentar esta acequia.

Este sistema hidráulico se conoció en época islámica con el nombre de Ayn al Amîr. Su construcción se le atribuye a Isam al-Khawlani, entre los años 902 y 903. El agua, que procedía de la font de la Vila, entraba en la antigua ciudad de Palma por la Porta Pintada.