Cuando uno va a ver un concierto de L.A. y se topa con los cuatro músicos sobre el escenario, muchas veces contenidos en la entrega, se imagina a un director de cine pidiéndoles sobriedad interpretativa, como hizo Almodóvar con Banderas en La piel que habito. No es un grupo de rock al uso, no son explosivos, tampoco encajan con el indie español más habitual, pero tampoco diría que son réplicas de grupos norteamericanos. ¿Qué son? Pueden tener momentos intensos, guitarreros, otros almibarados; hay temas que suenan tristes, otros evocan al pop británico de Elton John o al power pop y algunos son juegos, divertimentos (una faceta de Luis A. Segura a la que casi nunca se alude). El denominador común: unas melodías fetén. L.A. posee muchas capas orgánicas. Las del líder (él en sí mismo es un camaleón: rubio, moreno, con bigote, aunque siempre con pitillos). Pero no me equivoco si digo que también tiene las de Dimas Frías, Pep Mulet y Ángel Cubero.

El concierto de este sábado en Es Gremi, el de despedida de la banda mallorquina, demostró que dejan en la escena musical española un legado difícil de clasificar. Personal y rico en referencias. Pero al fin y al cabo un legado. Una manera de hacer y de sonar que el público sabe, reconoce y con la que interactúa.

El repertorio que desplegó el grupo ante más de mil personas fue una reafirmación de su identidad, de quiénes son, de las fases por las que han pasado, de los lugares en los que Luis ha grabado, de las personas que ha conocido. Por eso, la actuación fue como subirse a una montaña rusa emocional. Ellos lo saben, lo provocaron. De hecho, Luis creó un relato repleto de guiños y cebos. Recuperando canciones que no suenan (casi) nunca en sus directos: Do you Wanna Dance With Me? o la maravillosa Letter. Cartuchos que tenía guardados para cuando llegara este día, esta gira y esta noche.

Close To You abrió el concierto de una primera parte que bebió mucho de los golpes de efecto del Heavenly Hell, el disco con el que el 90% del público descubrió a la banda. Sonó también Perfect Combination.

Anotaciones a pie de página. Dos excomponentes de la banda subieron para poner sus notas en Hands: Carlos Pilán y Toni Alorda. Y Luis deslizó una bonita dedicatoria a su pareja, Patricia, "le hice una canción [Crystal Clear] para conquistarla y hoy es la madre de mis tres hijos".

Más detalles. Luis cedió, hubo de enfundarse su comedimiento y circunspección: estuvo locuaz teniendo en cuenta el laconismo que practica durante las actuaciones. Y contó algunas historias: los cubitos y los vasos que recibió cuando hacía sus pinitos e iba a pelo (guitarra acústica y voz) en el Bluesville, sus bolos por restaurantes, sus primeros discos publicados con sello propio "y la época en que tomaba muchas medicinas". Una anécdota que avanzó la coreadísima Microphones and Medicines y su "You're so wonderfully perfect" (que casi provoca el titular de esta crónica).

El grupo mallorquín L.A. se despide y deja un legado

El grupo mallorquín L.A. se despide y deja un legado

Después de un solo set (con un Luis, otra vez el camaleón, ataviado de crooner a lo Nick Cave cuando se deja bigote), la recta final es explosiva: un Stay muy bien llevado en directo, con Pep Mulet dando puazos con una guitarra en uve de talla pequeña, la primera de su hijo de casi diez meses. Los pespuntes los pone Outsider, casi casi una ópera ruidista y embriagadora por el juego de luces.

Y sonó 'Suddenly'

El desenlace (y ya llevan dos horas sobre el escenario) abunda en la estrategia del concierto: mostrar a un grupo que hace temazos populares, como Stop the Clocks, pero también canciones redondas y líricas como Suddenly. Ya era hora, Luis, de que la tocaras alguna vez.

El punto final del relato no hacía falta buscarlo demasiado lejos. Segura, sin saberlo, lo había escrito años antes en The Sweetest Goodbye. Dulce adiós.

Los créditos últimos fueron los agradecimientos que salieron de la boca del líder, mencionó a aquellos que también tuvieron unas líneas en el guión de L.A.: Andres García, Rafa Rigo, Live Nation, Robert Grima, Jorge, Dani "y muchos más". Abrazos. Emoción sin euforia. Regresa la contención. "Hasta la próxima".

El último fotograma de la película lo registró Pep Mulet: siguiendo el rito de todos los conciertos, fotografió al público. Fundido a negro. L.A. tiene la memoria llena.