La historia griega está repleta de actos gloriosos de héroes, atletas y guerreros. En masculino plural. La competitividad es uno de los valores que los antiguos griegos empezaban a cultivar desde la niñez, como puede verse en los dibujos de algunas de las vasijas que se exhiben en las salas de CaixaForum Palma.

El centro inauguró ayer la exposición La competición en la antigua Grecia, que examina mediante más de 160 piezas del British Museum ese espíritu característico de los griegos, un elemento de cohesión social.

Parte del material expuesto son obras maestras que han sido restauradas para la ocasión y que se presentan por primera vez fuera de Londres. Es el caso de las esculturas y el fragmento de friso procedentes del Mausoleo de Halicarnaso, una de las siete maravillas del mundo antiguo.

Dicho friso, expuesto en la planta baja del Gran Hotel, en la última sección del recorrido expositivo (la referida a la notoriedad en la muerte), es un ejemplo de la megalomanía de algunos de los impulsores de los monumentos fúnebres y sus grandes esfuerzos para ser recordados en la posteridad. El British conserva las piezas que quedaron de dicho mausoleo de Turquía, que acabó derrumbándose tras varios terremotos. Entre los restos, está el magnífico relieve de mármol (350 a.C.) que representa la batalla entre griegos y amazonas. Impresiona ver el movimiento de los ropajes y la torsión de las posturas físicas, la tensión creada mediante el arte de esculpir. "Este friso fue en el fondo un potente elemento de propaganda para los guerreros, pues con él se les intenta motivar", comenta el comisario de la exposición, Peter Higgs, especialista en escultura y arquitectura de la antigua Grecia en el British Museum.

La diosa Niké

El recorrido arranca en el hall, donde una enorme escultura de la diosa de la victoria Niké da la bienvenida al espectador. El itinerario continúa en la primera planta, donde en varias piezas, como un pequeño vaso y una vasija, hay representados unos niños que se empujan el uno al otro mientras están jugando con huesos pequeños. En otra, se representa una escena donde un grupo practica juegos con una pelota.

La siguiente parada está consagrada a los atletas y los juegos olímpicos. "Sólo había un ganador, toda la gloria era para uno. Era una competición muy individualista", relata Higgs. "El mejor premio para el vencedor era que le hicieran una estatua de bronce", agrega. En CaixaForum puede verse una cabeza que pertenecía a una pieza completa. Los luchadores llevaban casco y en las esculturas eran representados con cicatrices para resaltar su valentía. "Se conservan pocas esculturas porque casi todas las destruyeron en la Edad Media: emplearon el bronce para otros fines", apunta el comisario.

En las representaciones, los atletas griegos siempre salen desnudos. Participaban en los juegos sin ropa, "estaban orgullosos de su cuerpo,y se cubrían la piel con aceite o arena fina para que el sol no les quemara", señala. Pese a las individualidades, los juegos que más celebraban los griegos eran los de las carreras de caballos, las más espectaculares "porque siempre había sangre y muchas muertes por accidentes".

En cuanto a la representación femenina, es muy exigua. "Las mujeres tenían sus propios juegos en honor a Hera. Ellas no podían competir en los mismos que ellos", desvela. En la época, hubo muy pocas representaciones de mujeres en plena competición. De hecho, el British sólo custodia una: la de la heroína mitológica Atalanta, "quien nunca quiso casarse. Retaba a todos sus pretendientes a hacer una carrera con ella y siempre los ganaba".

Iconografía sobre los certámenes teatrales y musicales (sólo los hombres podían ser actores, incluso si encarnaban a una mujer), objetos bélicos y referencias a la guerra de Troya cierran la exposición. Hay una de las salas que hace referencia a la competición entre hombres y mujeres. "Ellos son representados en su esplendorosa fuerza y desnudez. En ellas destacan sus vestidos y joyas. Ellos podían hacer lo que quisieran (fiestas, debates, leer, escribir); ellas se quedaban en casa con los hijos y tejían. Las mujeres con cierta posición social podían apoyar causas de caridad", explica el comisario.