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Crítica de cine

El trato

Jafar Panahi ya no está en arresto domiciliario; se mantiene la prohibición a producir películas y rueda a hurtadillas. Consentido, intuyo, mientras no pise algún callo prominente.

Apurando un resquicio alegal Tres caras no es ni documental, ni ficción, ni reportaje, ni lo contrario. O todo a la vez con líneas muy borrosas. Un suceso, el aparente suicidio de una adolescente humilde que soñaba con ser actriz (Rezahei), empuja a Panahi y la actriz Jafari a viajar al remoto pueblo montañoso donde reside la chica. La primera parte desarrolla bien ese suspense, con director y actriz defendiendo hipótesis opuestas. La segunda mitad vira al costumbrismo. Desaparece la tensión, aflora la disección etnológica y antropológica. El patriarcado es patente, tan reprobable desde ojos occidentales como utópico de erradicar en comunidades tan aisladas y limitadas en recursos naturales. Si permiten a la niña seguir su vocación artística pierden unos brazos de jornalera muy necesarios. Al mismo tiempo los líderes tribales han abierto la rendija del modernismo, los teléfonos móviles y la televisión, los culebrones televisivos que calientan la cabeza de los jóvenes. Una metáfora de esa bipolaridad es la escena cuando Panahi, por recato, prefiere dormir en su coche a una cama local. Los tres lugareños se marchan murmurando. "Se merece que le caiga una granizada." "Eso nos arruinaría la cosecha." "Que le caiga de todos modos". O cuando el dueño de un toro semental herido no quiere sacrificarlo, ni moverlo de la carretera, ni avisar a los granjeros que no traigan al día siguiente sus vacas preñables. Contradicciones muy humanas, universales, perennes. E un mondo difficile, como canta Tonino.

Tres caras

****

Nacionalidad: Irán, 100 min.

Director: Jafar Panahi Actores: Behnaz Jafari, Jafar Panahi, Marziyeh Rezahei

Cines: CineCiutat

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