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A tiro

Solo en Can Oleo

De principio a fin, desde los precedentes (ahora en Fiscalía) hasta el desenlace, el Pla de Cultura se ha ido dinamitando a sí mismo hasta caer en el descrédito. El Pla es una metáfora del funcionamiento de la conselleria de Cultura y de cómo se ejerce el poder desde las instituciones. La cocción del Pla y sus tempos lo ponen en jaque. Y pueden reducirlo a papel mojado. O de lija: con el que tratarán de pulir y embellecer todas las operaciones llevadas a cabo durante esta legislatura en materia cultural. La escenificación final del Pla tendrá lugar en año electoral en la arena preferida de la consellera Fanny Tur, el Parlament, donde la eivissenca brilla por su listeza y retranca.

La guinda del pastel la puso el Govern este viernes: Tur puso sobre la mesa el documento definitivo del Pla, que fue aprobado en la habitual reunión semanal que mantienen los consellers para dar luz verde a las medidas del Ejecutivo. Un acuerdo que ni siquiera aparecía en la página web del CAIB y que nos cogió desprevenidos a todos. Supongo que también a los grupos parlamentarios. Al sector. Al tejido asociativo. A los artistas. A los mediadores. A los participantes de las mesas de trabajo. Y a la ciudadanía en general. ¿Alguien sabía algo? ¿No tenía que ser el documento más consensuado de la historia de la comunidad? ¿No está acaso entre las 235 medidas del Pla la necesidad de aplicar procesos participativos y transparentes en los proyectos culturales?

Tras el portazo de la primera coordinadora del Pla, Begoña Méndez, la participación en forma de mesas redondas y de trabajo se abrió como uno de los primeros agujeros negros del proyecto estrella de Tur. No funcionó. Fue un simulacro. Hubo quien no quiso ser comparsa.

Los retrasos en los pagos a los participantes en las jornadas -uno de los males de la precarización-, unas presentaciones bastante cerradas de los documentos previos, la soledad del equipo redactor, las cero enmiendas o aportaciones de los distintos partidos políticos al Pla, los incumplimientos de algunos de los preceptos ya presentados (por ejemplo, con el procedimiento de elección del director del Museu de Mallorca) o el escaso debate que ha habido sobre qué temas deben priorizarse en el Pla son heridas muy feas. ¿Van a comprar este documento envasado al vacío y monocorde el resto de fuerzas políticas del Parlament? ¿Despertarán de su letargo y bostezo?

El caso es que el Pla se ha ido quedando solo, pudiendo haber caminado acompañado. También ha decidido aislarse entre los muros de Can Oleo.

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